Hay pocas sensaciones más bellas dentro del mundo del ocio que las de crecer junto a un manga o una serie. Conocerla cuando somos pequeños, crecer junto a sus protagonistas, enfrentando ambos de forma paralela desafíos cada vez más grandes. La serie que me introdujo de forma consciente en el mundo del manga fue Naruto.
Sí, crecí viendo La Familia Crece (aka Marmalade Boy) en La 2, con Dragon Ball Z en Antena 3 y con One Piece en Telecinco, pero fue la serie del ninja de Konoha con la que me introduje en el mundo: las RAW, scans, spoilers, la Shonen Jump, el funcionamiento de la industria, los foros, el verse los capítulos en un DVD chungo que rulaba por el patio del colegio con subtítulos en francés… Para mí, todo empezó con Naruto. Cuando lo conocí, teníamos una edad bastante similar. Ahora que tengo mi propia casa y estoy casado, estoy siguiendo las aventuras de su hijo a través del manga de Boruto y del anime Boruto: Naruto Next Generations.
Dragon Ball está viviendo una segunda edad de oro con Super, pero la verdad es que yo no sentí en ningún momento que se hubiera ido. Ya fuera a través de las películas o de los videojuegos, jamás llegué a desconectar del todo de Goku y compañía. Sin embargo, es indudable que para muchos Dragon Ball Super ha supuesto volver a conectar con una buena parte de su infancia. Una oda a nuestro niño interior en un contexto en el que podemos disfrutar de nuestra afición de una forma mucho más socialmente aceptada que antes, tengamos la edad que tengamos.

Tanto Boruto como Dragon Ball Super se apoyan fuertemente en lo legendario de su legado, intentando con sus nuevas series atraer al fan nostálgico, pero también a las nuevas generaciones
Tanto Boruto como Dragon Ball Super se apoyan fuertemente en lo legendario de su legado, intentando con sus nuevas series atraer al fan nostálgico, pero también a las nuevas generaciones. A pesar de que cuentan con enfoques y objetivos parecidos, sus formas de aprovechar todo lo construido con el paso de los años por cada serie son muy diferentes, algo que también vemos en su éxito. La repercusión que sigue teniendo Dragon Ball Super no tiene nada que ver con el tortuoso camino que está siguiendo Boruto. Me parece interesante que analicemos los posibles motivos.
Dragon Ball Super: equilibrando pasado y futuro
Lo fácil sería atribuir el éxito de Super a la eterna presencia de Toriyama cuidando a su obra magna. Sin embargo, hay varias decisiones en el camino que también han ayudado a cimentar el éxito de esta nueva etapa. Para empezar, una premisa que sabe ampliar el lore de Dragon Ball tantos años después de una forma estimulante, incluso aunque siga repitiendo los mismos patrones y casi transformaciones que antaño. A este respecto Battle of Gods ha tenido un impacto a nivel argumental en la serie comparable a la primera aparición del Super Saiyan. Las figuras de ángeles y dioses, un nuevo tipo de ki y técnicas que derivan en nuevas transformaciones, los diferentes universos y el tonteo con la estimulante locura que es Dragon Ball Heroes han abierto un horizonte casi infinito para la marca. Sí, al final lo que cambia es el color del pelo y poco más, pero la explicación tras esas nuevas habilidades y cómo han de dominarlas me está pareciendo maravillosa. Además, Super incluye bastantes momentos slice of life o, simplemente, de entrañables charlas entre los personajes, algo que no veíamos tan a menudo en Z.
Pero a la vez que nos lanzan un ilusionante futuro de aventuras con Goku y sus amigos, Toriyama (y Toyotaro también con los recientes acontecimientos del manga) saben cómo rendir homenaje al pasado y seguir dándole la relevancia que se merece. De hecho, considero que pocas veces un shonen ha sabido revalorizar tanto a sus secundarios como Dragon Ball. La resurrección de F, el Torneo de Poder y ahora Dragon Ball Super: Super Hero no dejan de aportar valor y momentos memorables a los personajes de siempre, algo que en Z no se supo hacer. Es increíble cómo personajes como Roshi o Krilin han contado con combates realmente buenos recientemente, o cómo se han explotado las nuevas dinámicas entre Picolo y Gohan a partir de una relación que siempre estuvo ahí; incluso a los villanos se les está dando una segunda juventud con ese Freezer inmenso del Torneo de Poder o la nueva reimaginación de Broly, que ha sabido encontrar su espacio junto al psicópata original.
Boruto, tanto en el manga como el anime, construye la leyenda de sus nuevos protagonistas invalidando y haciendo de menos a los personajes del pasado
Por si fuera poco, las decisiones que se están tomando de cara a nuestros protagonistas Goku y Vegeta, al menos a nivel personal, no podrían ser mejores. No solo eso, sino que el tratamiento que están recibiendo la mayoría de villanos, tanto nuevos como viejos conocidos, es digna de mención. De hecho, veo como una decisión arriesgada el hecho de que Dragon Ball Super resucite tantas cosas de su pasado; hay tramas o enemigos que tuvieron un cierre glorioso y recordado por todos y que, sin embargo, se está demostrando que pueden volver a ser interesantes y relevantes.
No me cabe duda de que tenemos Dragon Ball para rato gracias a ese infinito respeto por el pasado unido a un rumbo firme hacia nuevos horizontes.
Voluntad de Fuego, pero no mucha
El caso de Boruto es bastante más particular. Apenas hubo respiro entre el final el manga y el teaser de lo que sería Boruto: Naruto The Movie. Esa trailer de Naruto con su nuevo aspecto de Hokage, de espaldas a la cámara, y la voz de Boruto irrumpiendo con una voz tan chillona como el rosa que salpicaba a la pantalla. El crecimiento de los personajes en Shippuden fue todo un acontecimiento en su día; de hecho, casi se ha estandarizado la expresión «hacer un shippuden» cuando hay un timeskip en las series. La expectación por ver a la siguiente generación de ninjas de Konoha fue enorme, y la película, aunque se quedaba corta en muchos aspectos, sí que dibujaba un futuro prometedor. El público pedía más Naruto, y ¿qué mejor forma de hacerlo que a través de sus hijos? De hecho, he de romper una lanza a favor de Ukyō Kodachi, quien llevó la historia de Boruto hasta el capítulo 52 del manga (momento en el que la ha retomado Kishimoto, pero manteniendo el dibujo actual de Ikemoto): ha hecho lo que Toriyama no pudo, que es hacer un relevo de protagonistas con los descendientes. Ese era el papel que estaba preparado para Gohan en su momento, aunque al final los derroteros fueran otros.
Sin embargo, había algunas cosas que ya empezaban a extrañar desde el principio. Los shipeos entre los ninjas de la anterior generación son divertidos y todo eso, pero los diseños de sus hijos han terminado siendo bastante poco imaginativos, así como sus personalidades, derivativas de sus padres. Si además echamos un ojo a cómo han quedado los ganadores de la Cuarta Guerra Ninja es para echarse a llorar: Naruto y Sasuke están totalmente nerfeados, Shikamaru ya no calcula veinte movimientos por delante del rival y Konohamaru es el peor sensei que ha tenido la academia.

Tanto Boruto manga como Boruto anime quieren construir la leyenda de sus nuevos protagonistas invalidando y haciendo de menos a los personajes con los que hemos crecido y sobre los que hemos leído historias los últimos años. Estas obras no son capaces de seguir haciendo relevantes a sus antiguos protagonistas, por lo que directamente se les coloca constantemente en posiciones de inferioridad frente a sus hijos, que resulta que todos son genios. De esta forma se explica que, mientras el manga no ha terminado de despegar, el anime sí que está siendo un auténtico éxito: ha conseguido atrapar a las nuevas generaciones de jóvenes con su estilo mucho más desenfadado (lo que no quiere decir que de vez en cuando no haya situaciones que nos recuerden la grandeza del original) y un nuevo grupo de ninjas con habilidades más sorprendentes y actuales. De hecho, se da la curiosidad de que es el anime el que se está encargando de desarrollar a los personajes que introdujo Boruto: Naruto The Movie es el anime con su relleno. Hay personajes con historias interesantes que el manga ni se molesta en recuperar, como Mirai (la hija de Asuma) o Mitsuki, que directamente tiene una transformación diferente en el anime.
Ni siquiera los conflictos a los que parecía apuntar el manga en el principio siguen siendo relevantes. La dependencia de las nuevas tecnologías frente al esfuerzo tradicional de los que le precedieron fue algo que apenas tuvo recorrido, y que pienso que hubiera encajado mucho mejor como tema central. En vez de eso, se han sacado de la manga el sistema Karma, la quincuagésima técnica oculta de dioses que sitúa a Boruto y Kawaki, junto al nuevo equipo de malos (que además son puro anti-carisma), como los únicos personajes relevantes.
Es indudable que Boruto también hace cosas buenas. Hay personajes interesantes y la relación de Boruto con Kawaki y Naruto-Sasuke es muy disfrutable; yo sigo el manga de forma religiosa junto al capítulo de Dragon Ball Super… algo que hace que sea aún más difícil no comparar lo bien que han entendido su pasado y a los fans. Y ya sabéis lo que dicen de las comparaciones.
Y vosotros, ¿las estáis siguiendo?