Ataque a los Titanes ha sido, probablemente, el manganime más popular de estos últimos años, con el permiso de obras que se mantienen en popularidad como One Piece o Naruto en su momento. Personas que no consumen anime ni para atrás han visto Ataque a los Titanes y les ha encantado. Yo, personalmente, lo vi por primera vez hace dos o tres años y no lo vi para tanto. También ocurrió que me lo vi para terminarlo y no para gozármelo, y que también lo concebía como ese fenómeno de masas que todos catalogaban como shonen.
A día de hoy, el manga de Hajime Isayama está finalizado desde hace casi dos años, y el anime está en su recta final (o eso parece, ya que su temporada final está teniendo más partes de lo que nos gustaría). Mucha gente consume únicamente anime, no se interesan por el manga, por lo que son una buena cantidad de personas las que no conocen el final de la obra protagonizada por Eren Jaeger y que se encuentran expectantes por ver en qué desemboca lo último visto en el anime.
AVISO: En este texto habrá spoilers ingentes de Ataque a los Titanes, tanto del anime como del manga. Ruego lean con discreción.
El asunto de la demografía
Para quien no sepa qué es esto de la demografía, se trata de la calificación que recibe una obra de manga o anime en función del público al que va dirigido. Aunque hay muchísimos géneros, los más habituales son el shonen (dirigido a un público masculino joven [su versión para mujeres es el shojo], por ejemplo, One Piece o Naruto) y el seinen (dirigido a un público masculino adulto [su versión para mujeres es el josei], por ejemplo, Berserk o Vinland Saga). Pero, ¿en qué afecta esto a Ataque a los Titanes?
Pues bien, la demografía de la obra de Hajime Isayama es un dato incierto a día de hoy. A Ataque a los Titanes le sucede como a Fullmetal Alchemist: es una obra lo suficientemente madura como para que el título de shonen se le quede corto, pero que contiene elementos que podrían estar dirigidos a un público más joven por los valores transmitidos o por las ideas desarrolladas. La obra de Hajime Isayama, por otra parte, ha sufrido en su adaptación al anime algo de censura, lo que nos hace sospechar aún más acerca de la intención de que la obra se volviera más popular aún. No es una censura que llegue a la piruleta de Sanji, pero al fin y al cabo sigue recortando escenas de una obra que quiere ser desagradable.
La historia de Ataque a los Titanes es una historia pesimista y muy dura. Su tema principal es, ni más ni menos, que la extinción de la raza humana y la libertad de la misma, pues los únicos supervivientes (o eso se cree) viven dentro de unos muros concéntricos que los defienden de los titanes que habitan fuera de los mismos. Sus vidas consisten en pelear.
Generalmente, el asunto de la distinción entre shonen y seinen ha residido principalmente en el, para mí, estúpido argumento de que la obra en cuestión se publicara en una revista shonen, como por ejemplo la Shonen Jump, que vio nacer obras como One Piece o Naruto, ya mencionadas. Así fue el caso de Ataque a los Titanes, cuya serialización fue en revistas de este estilo y lleva a mucha gente a catalogarla como shonen.
Cuando intentamos catalogar una obra, nos fijamos en su contenido e ideas. No es lo mismo One Piece, que, aunque tenga escenas y tramas muy duras (Marineford, genocidio, etc.), no deja de tener un mensaje principal lleno de valores y con intención de ser una obra para gente joven, a, por ejemplo, Berserk o Ataque a los Titanes, donde las mayores ideas son, respectivamente, la superación de un trauma causado por una traición por la cual tus seres queridos han sido exterminados y la extinción de la raza humana, acompañada del miedo continuo a ser asesinado en cualquier momento. Las diferencias, creo, se cuentan solas.
La demografía se basa en varios puntos, y Ataque a los Titanes, en mi opinión, está bastante lejos de ser un shonen
Este contenido e ideas, aparte de en lo ya explicado, se basa en cómo acompañan características de la obra tales como la violencia, el sexo, las drogas o un largo etcétera de cosas a estas ideas principales. Por ejemplo, Akame ga Kill es un manga muy violento, pero su esencia sigue siendo de shonen, a pesar de su final y otros conceptos. No deja de ser una obra llena de humor dirigido a chavales. Pero en el caso de Ataque a los Titanes vemos escenas de suicidio a causa del completo miedo a morir, vemos a unos titanes que podrían haber salido de nuestras propias pesadillas, vemos clases sociales (los del muro más céntrico están en mejores condiciones que los que se encuentran en los de la periferia), y vemos mucha política desarrollada mediante una trama prácticamente militar.
Defiendo que Ataque a los Titanes, en cuanto al asunto de la demografía, es un seinen declarado. Pero esto no siempre ha estado así de claro, a pesar de que a lo que me he referido en este apartado era a todo lo que sucede antes de la Temporada Final, donde esta demografía se vuelve más clara aún.
La consagración de Ataque a los Titanes: El dolor de la guerra
Si tuviera que resumir Ataque a los Titanes necesitaría mil años, pero pondré sobre la mesa los datos más relevantes.
Eren Jaeger, cuyos padres son Grisha Jaeger y Carla Jaeger, siempre ha vivido en los muros, y se propuso aniquilar a todos los titanes cuando uno de ellos devoró a su madre delante de él. Lo que no sabemos hasta el final de la tercera temporada era que ese titán era Dina Fritz, de sangre real y exesposa de Grisha Jaeger, el padre de Eren.

Grisha, más adelante, obligó a Eren a transformarse en titán y a comerse a su propio padre para heredar el Titán Fundador con el fin de que la Humanidad se enterara de que más allá de los muros había vida. Pero las cosas no salieron tan bien.

Fuera de los muros están el pueblo de Eldia y Marley. Eldia fue un país genocida que albergó los Nueve Titanes en un primer momento y que se reprodujeron a base de saquear y violar al pueblo de Marley. Marley, muchas generaciones después, es una potencia mundial que somete a los eldianos mediante varios de estos titanes, haciendo clara referencia mediante los brazaletes al sometimiento del pueblo judío por parte de los nazis.
Fuera de los muros hay gente, sí, pero hay una guerra de por medio. La guerra por los titanes. Los titanes son armas de guerra.
La gente de los muros, que se encuentran en Isla Paradis, son tratados con desprecio por los marleyanos, pues son también parte del pueblo eldiano, el pueblo de Ymir, la titán fundadora (la cual, por otra parte, no es la misma Ymir que nos acompaña durante toda la obra), por lo que tampoco es que tengan carta blanca para ir por donde les dé la gana. La cuestión está difícil.
Y aquí es donde entra Eren. Eren se ha convertido en un genocida bajo la bandera de la libertad. Es cierto que su pueblo ha sido sometido durante mucho tiempo por Marley, pero su plan es llevar a cabo un auténtico genocidio que deje vivos sólo a los habitantes de Isla Paradis. El resto de humanos serán aniquilados, y para ello usará al Titán Fundador para beneficiarse del Retumbar. El Retumbar es la salida de los Titanes colosales que siempre vivieron en los muros de Isla Paradis. Porque sí, esos muros que se emplearon para defenderse de los titanes estaban hechos de titanes.

En este marco de guerras, masacres y violencia se desarrolla la última temporada de Ataque a los Titanes. Por si el carácter bélico de la obra no se dejaba ver en las tres primeras temporadas, en la última ya todo queda suficientemente esclarecido.
Obviando que, entre tanta reflexión, Isayama no parece dejarnos claro quién es el bueno y quién el malo en esta historia, su obra ha sido sin duda alguna una totalmente increíble para los que amamos los seinen, las tramas maduras y las obras que tienen mucho mimo detrás. Por supuestísimo, el final del manga, personalmente, me ha gustado mucho, y no creo necesario ese cambio que Isayama tuvo que hacer por presión social.
Ataque a los Titanes: una imprescindible
La obra de Isayama es una de las mejores que han existido en el mundo del manga. Puede gustar más o menos, pero su calidad, ideas y metodología son de las más originales de los últimos años. Una lectura o visionado imprescindible.