Desde Retro Forge, desarrolladora de Souldiers situada en Madrid, definían su videojuego como “una epopeya retro hecha a mano para la posteridad”. Esta frase se ajusta perfectamente a la experiencia que supone jugar a Souldiers. En un momento en el que el género metroidvania posee exponentes de enorme calidad, este título aparece tomando buena parte de este testigo, pero también con una mirada a un pasado que aportó muchísimas lecciones al diseño videolúdico. Su apariencia llama la atención desde el primer momento, y esto es importante, pues lo que contiene en su interior acaba superando esa primera impresión.
Entre la vida y la muerte
Nuestra historia comienza en una lucha encarnizada por el reino hasta que, de repente, una valkiria llama al grupo a un nuevo mundo. Esta lugar, conocido como Terragaya, se encuentra más allá de los confines conocidos, no sólo a nivel territorial, sino espiritual. De tal forma, el grupo no esta ni vivo ni muerto. Para desentrañar el misterio que rodea a esta situación, nuestro personaje deberá liderar la misión para encontrar el camino hacia el nuevo mundo, sea cual sea.

No obstante, este objetivo servirá como excusa para que podamos explorar un vasto mundo interconectado, lleno de secretos en cada zona y con un mapeado amplio. Entre pelea y pelea, habrá tiempo para conocer a personajes que nos aportan información y conocimiento sobre los diferentes parajes, así como sus particularidades personales.
Un ambiente de otra época
El aspecto visual de Souldiers se enmarca en una corriente muy popular actualmente como es el pixel art. A partir de estos modelados, se referencia a títulos de 16 bits propios de consolas como Super Nintendo o Mega Drive, pero con mecánicas actualizadas a las del momento. El pixel art es un estilo propio del videojuego, de su condición visual en el tiempo así como una afirmación sobre su construcción. Son muchos los ejemplos observados, algunos con una mirada más consciente al pasado y otros con la firme intencionalidad de elaborar a partir de sus fuentes artísticas. Souldiers se presenta como una obra más cercana al primer caso, pero con un ímpetu creativo innegable. Partiendo de una pretendida intencionalidad de homenaje, la elaboración de los espacios, así como de los distintos personajes y enemigos resulta sumamente atractiva.
El protagonista se embarca en una epopeya cuyos sonidos transmiten amplios destellos de misterio, pero sin dejarse llevar por el dramatismo en su tono.
Pero no sólo se reduce al apartado visual. Una vez dentro de la experiencia de juego, su banda sonora se complementa a la perfección con aquello que transmiten sus gráficos. Se trata de composiciones que siguen con esa mirada consciente al pasado, pero con una cualidad asombrosa para sorprender con cada nueva zona descubierta. El ambiente que acaba creando se asemeja mucho a bandas sonoras de sagas como Final Fantasy o, principalmente, Dragon Quest. Es cierto que, a priori, Souldiers estaría muy alejado a nivel jugable de lo que proponen ambas sagas de rol. Sin embargo, todo se rige a partir del espíritu de aventura. El protagonista se embarca en una epopeya cuyos sonidos transmiten amplios destellos de misterio, pero sin dejarse llevar por el dramatismo en su tono.
Un combate notable a falta de algún pulido
Los metroidvanias han destacado en los últimos años por su capacidad de descubrimiento a partir de un control satisfactorio. Invitar al jugador a explorar un universo plagado de zonas se hace más fácil si se da una interacción por parte del avatar con el mundo. Souldiers apoya sus bases de combate en los Souls. Es algo ya característico en la industria y, desde luego, existen varios ejemplos que sustentan esta decisión. El control del personaje es muy satisfactorio, con acciones simples pero cuya respuesta visual y sensorial cumple con las expectativas. Lo mismo ocurre con un combate que invita al encuentro directo con los enemigos, requiriendo de una alternancia constante entre defensa y ataque. Asimismo, ha medida que avance la aventura, el personaje subirá de nivel y obtendrá habilidades que le permitirán potenciar sus ataques.
Sin embargo, aunque el planteamiento resulta interesante, la aplicación requiere de cierta afinación. El control del personaje, por ejemplo, tiene algunas divergencias en aspectos como los saltos. La respuesta visual invita a pensar que la altura es muy corta, pero al tratar de llegar a las distintas plataformas del escenario, su interacción acaba siendo mucho más amplia. No obstante, este aspecto no parece cumplirse siempre, ya que hay zonas que según la experiencia de salto permitirían acceder directamente, pero el juego prevé otra forma para superarlas.
Por su parte, el combate trata de complementar las distintas herramientas que dispone, con un resultado que ofrece muchas luces y alguna sombra poco profunda. Rodar supone la principal forma de defensa, tal y como asume el juego desde el primer momento. Pero los enemigos más complejos también requerirán de su utilización conjunta con el salto, aportando una cierta complejidad al sistema. Algo diferente a lo que ocurre con el parry, ya que la ventana de acción resulta muy corta e irregular. La recompensa al conseguirlo es muy suculenta, de tal forma que se entiende esa complejidad al utilizarla y el juego ofrece alternativas más eficaces.
Los detalles que marcan la diferencia
Los espacios que conforman el mundo de Terragaya no sólo poseen riqueza en el apartado visual. Sus escenarios presentan atajos constantes, así como distintos puzles que se entrelazan con su recorrido. La interacción por parte del jugador permite accionar unos elementos u otros presentes en el escenario, dando lugar a nuevos pasajes y secretos. Por tanto, las herramientas disponibles no están restringidas a la condición del avatar, sino que también se encuentran en la construcción del espacio.
Souldiers propone constantemente elementos que den pausa al combate. La mejora del personaje permite acceder a zonas cerradas, invitando a la experimentación por parte del jugador. Buena parte del interés al recorrer estos escenarios viene dada por el mapa, una herramienta que el juego tiene presente constantemente. Siempre hay disponible un camino con el que experimentar y repensar, sin establecer un rumbo claro. Cada vez que el personaje saca el mapa de su mochila, el jugador decide cuál es el siguiente punto a explorar de entre los espacios en blanco.
Una grata sorpresa
Souldiers supone volver a casa. En un momento en el que nos preguntamos constantemente qué significa la aventura en el videojuego, este título toma muchos elementos conocidos y los convierte en un amplio paraje para el jugador. Su aspecto colorido y llamativo entronca con una banda sonora que sabe perfectamente como introducir un tono medido de forma sensacional para que el jugador pueda entrar y quedarse. Todo acompaña a un ambiente épico que principalmente busca que queramos descubrir, inmiscuirnos en sus misterios y dejarnos embaucar por una hospitalidad llena de desafíos.