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Sifu y el significado de las artes marciales

Un camino de esfuerzo y superación

¿Sabéis lo que significa la palabra Sifu? Es el título que se le da a un maestro en las Artes Marciales Chinas, concretamente a uno que ha conseguido independizarse de su propio maestro para convertirse él en el Sifu de otros, previo permiso del Sigung. Es curioso cómo el juego actúa como Sifu para el jugador. Como comentaba en su análisis, su exigente dificultad, sumada al resto de elementos del conjunto, lo convierten en una condensación casi perfecta de lo que significan las artes marciales para muchos de sus adeptos.

He practicado Kenpo durante muchos años, y es una de las actividades que más he amado a lo largo de mi vida. Para mí, practicar artes marciales significaba muchas cosas: respeto, humildad, disciplina, tradición, aprendizaje y superación son algunas de las más significativas. Es increíble cómo Sifu es capaz de transmitir a través de su gameplay y sus mecánicas ese camino de dedicación, condensando en un pequeño videojuego muchas de las enseñanzas que estas artes milenarias esconden para aquellos que se dediquen a ellas.

El envejecimiento en Sifu
El envejecimiento del protagonista al morir y progresar no solo se ha convertido en algo icónico para el juego, sino que apoya el discurso de esos maestros que, aún habiendo dedicado toda su vida a dominar ese arte, aún pueden seguir aprendiendo, puliendo y perfeccionando sus movimientos

En su magistral escena de créditos e introducción aprendemos los aspectos más básicos del combate, como el profesor que te enseña a tirar tu primer puñetazo. Tirarás cien, doscientos puñetazos. Pensarás que ya lo has dominado, que ya sabes lanzar ese golpe. Es muy posible que te crezcas, como cuando superamos el primer nivel del juego.

Sin embargo, si ponemos a prueba eso que hemos estado practicando, veremos que aún no lo dominamos. Aún no sabemos kung-fu. El profesor nos mira, y nos dice que el pulgar nunca va dentro del puño; además, nuestra posición es incorrecta. El jefe del nivel del Club nos destruye por completo. Parece imposible de superar y nos frustramos, incluso pensamos en dejarlo. Es en ese instante de recién adquirida humildad cuando entendemos que aún no somos tan buenos como creíamos. Así que volvemos a las bases, pero ahora con una mayor convicción en esa repetición que antes veíamos sin sentido.

Volvemos al primer nivel, a repasar lo básico y ver qué aprendemos. Empezamos a fijarnos en los detalles, pues nos hemos vuelto mucho mejores que en nuestra primera vuelta al enfrentar nuestras debilidades. La fuerza parte de la cadera, no del brazo. Los enemigos tienen patrones muy evidentes que se repiten. El control de la respiración imprime fuerza en el golpe. Los escenarios se pueden usar a nuestro favor; al igual que hemos visto en las películas de artes marciales, guiar a nuestro rivales a un pasillo donde no puedan rodearnos nos permitirá encararlos de uno en uno. Intentamos cosas nuevas, como esa esquiva que no nos había hecho falta. Intentamos incluso bloquear. Añadimos un segundo golpe a la combinación. Algo nos hace clic. Volvemos a enfrentarnos a ese jefe que antes era imposible y lo derrotamos. El juego nos deja avanzar, y nuestro Sifu nos mira con aprobación. Podemos pasar a la siguiente lección.

Vamos a detenernos en esa maravillosa escena inicial. Nuestro protagonista se enfrenta a reflejos mentales de sus enemigos. En boxeo eso se conoce como entrenamiento de sombra. Consiste en hacerte una imagen mental de tu oponente e intentar luchar contra él, visualizando sus ataques y reaccionando a ellos como si los tuviéramos delante. Llama la atención lo fácilmente que los derrotamos en comparación a sus versiones reales, ¿verdad? Al principio del juego no somos conscientes de nuestra propia fuerza, y por tanto tampoco podemos serlo de la de los rivales. Únicamente cuando vamos avanzando, aprendiendo y observando podemos ser capaces de medir el desafío que va a suponer ese jefe.

Esta sensación de desafío y satisfactorio aprendizaje, inevitablemente, nos recuerda a los souls-like. No en vano, se basan en el mismo concepto y en la misma raíz por la que muchos jugadores defienden su dificultad como parte indivisible de la experiencia: la importancia vital de entregarte a un proceso de aprendizaje, con toda la frustración y dedicación que ello implica. Sin embargo es en Sifu donde ese espíritu alcanza su máxima justificación. No estamos en un mundo de fantasía, sino en una urbe contemporánea. Empleamos movimientos que hemos visto hacer a multitud de personas antes; no hay magia, solo trabajo y dedicación. Hay pocas mecánicas que dominar, pero las necesitaremos todas. Parece un reto más asumible que enfrentarse a un dragón.

Sifu nos obliga a pasar por las fases que hemos comentado al principio: tienes un reto delante que quieres conseguir, pero para ello necesitas reconocer que te falta mucho camino por delante. No es sencillo, pero puedes superar tus propios límites si te esfuerzas. Puedes conseguirlo.

Si no estás dispuesto a abrazar su desafío, es posible que por el camino pierdas muchas sensaciones importantes para la experiencia, igual que si te rindes cuando no alcanzas a dar una patada giratoria a la altura de la cabeza. Es muy difícil que algo así lo consigas a la primera, y perdería mucho de su valor si así fuera. Sin embargo, si estiras, practicas con diligencia y no te rindes, puedes llegar a realizar algo de lo que te sientas orgulloso. Para mí, es gran parte de lo que significan las artes marciales, y también es uno de los regalos que experiencias desafiantes como Sifu o los souls-like pueden transmitirnos a través de sus mecánicas.

Por supuesto, puedes jugarlo en el modo fácil que Sloclap está preparando y superar el juego igualmente, de la misma forma que muchas personas practican artes marciales como un deporte más, realizarlo como un medio para cumplir otros objetivos. Ambas formas de afrontar ese ejercicio son legítimas y respetables, pero los objetivos a conseguir son muy diferentes. Diferentes formas de jugar que transmiten diferentes sensaciones, al igual que el camino que nos muestra Sifu.

Alejandro Morillas Tellez

Fisioterapeuta/osteópata de día, hipnoterapeuta cuando es necesario y apasionado jugador de videojuegos por la noche. Los primeros juegos que relaciono como favoritos son Catherine, Vanquish, Overwatch y Kingdom Hearts. Pero siempre estoy disponible para un Tekken, un Vermintide o una maratón de Metal Gear.
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