Todos los hitos vitales nos dan una interesante visión de perspectiva de lo que ha sido nuestra vida hasta ese momento. Puede ser el final de una etapa educativa, un nuevo hogar o, como es mi caso, la noticia de que en unos meses seré padre. Una vez aceptada esa inmensa alegría, irremediablemente intentas pensar como lo haría un progenitor destinado a educar a una criatura. Igual de irremediable es ese viaje al mundo de las fantasías donde empiezas a visualizarte compartiendo tus pasiones con tu hijo.
Y sí, a partir de ahora, en pos de la fluidez del texto (y porque ya me lo han asegurado diversas vías esotéricas y magufas), me referiré al susodicho como “hijo”, aunque yo hubiera preferido una hija, todo sea dicho. En esa vía de pensamientos, donde pasamos mañanas recorriendo la ruta friki de Madrid comprando cómics o jugamos algunos de los mejores videojuegos de la historia, surgen los primeros conflictos: ¿y si no le gustan esas mismas aficiones? Es mas, con el panorama actual de la industria, ¿me parece seguro que se aficione a los videojuegos?
Regreso al futuro
A mi padre siempre le apasionaron la arqueología y la historia. Si bien son temas que disfruto cuando comparte ambas conmigo, jamás han llegado a interesarme tanto como le hubiera gustado. Con el paso de los años, he ido empatizando con ese anhelo de mi padre, y ahora puedo decir que empiezo a entender de verdad el deseo de compartir esos pilares de tu vida con ese nuevo miembro de la familia; me da pena no haber podido compartirlos con él con esa intensidad, pues ahora empiezo a ser consciente de lo que hubiera disfrutado alcanzando esa conexión conmigo.

El género de los plataformas siempre me ha parecido de los mejores para introducirse a estos mundos virtuales, pero actualmente hay obras capaces de iniciar a los más pequeños en casi cualquier tipo de juego
Por supuesto que me gustaría que mi hijo descubriera los videojuegos y le abrieran la mente a este maravilloso mundo de historias y entretenimiento. Aunque los videojuegos han cambiado mucho desde que yo disfrutara de mi primera Game Boy con cinco años, hay muchas formas para que un niño juegue de forma segura. Una de las ventajas de ser un nativo de esta industria es que puedo entender e interesarme por este medio fácilmente; también espero saber identificar las mejores experiencias para iniciarse. Porque sí, yo me lo pasaba muy bien con mi padre jugando al GTA 3 con 11 años, pero quizás no fuera el mejor contenido para esa edad.
Una de las grandes ventajas de los remakes y la retrocompatibilidad actual es que se pueden localizar experiencias accesibles, tanto de antaño como actuales. El género de los plataformas siempre me ha parecido de los mejores para introducirse a estos mundos virtuales, pero actualmente hay obras capaces de iniciar a los más pequeños en casi cualquier tipo de juego que se nos ocurra. La verdad es que me encantaría jugar con él a los primeros Crash Bandicot o a los Tombi, pero juegos actuales como el de Los Pitufos o Super Lucky’s Tale también son maravillosas puertas de entrada.
Dudo también sobre si empezar con la actual generación o desempolvar mis antiguas consolas y empezar desde los 16 bits. Una de las mejores cosas que me ha dado NaviGames es la posibilidad de jugar a juegos de muy diferente presupuesto y concepción, y uno de los principales prejuicios a quitarse es el del apartado gráfico. Me gustaría que supiera apreciar los grandes clásicos, además de que no se acostumbre a una estimulación tan bestia como la de los gráficos actuales. Y qué demonios, me parece que es más estimulante para la imaginación de un niño, como en cierto modo la lectura, jugar a aquellos títulos donde no todo era hiperrealista, dejando mucho margen a la imaginación. Con esa primera Game Boy ya te digo yo que teníamos todos la imaginación a +100…
De tal palo, ¿tal astilla?
No me gusta cómo gran parte de la industria gira en torno al consumo más absoluto y a la interconexión que impone una sociedad totalmente dependiente de Internet. Me gustaría que tuviera tiempo para explorar el medio por su cuenta antes de abrirse a experiencias online con amigos; en local no me importaría tanto, fíjate. Y sí, por muy family friendly que parezca, Fortnite es un juego que idealiza mucho la violencia con personajes para todos los públicos, por lo que espero que en su clase no lo empiecen a jugar demasiado pronto.
Habrá que ver cómo evoluciona la industria en este tiempo. Viniendo de las lootboxes, los gatchas y los juegos como servicio, ¿cómo estaremos de aquí a cinco años? ¿Proliferarán los videojuegos NFT para ganar dinero jugando? Ojalá alternativas como Nintendo LABO hubieran tenido más éxito.

Es tan emocionante como terrorífico pensar en el importante papel que tenemos los padres a la hora de guiar a una persona que es un lienzo casi absolutamente en blanco
De hecho, intentaré que no tenga un acceso demasiado temprano a las pantallas. Me causa bastante repelús ver a niños de apenas tres años deslizando el dedo por un smartphone, contemplando con la boca abierta un desfile infinito de contenidos sin filtro. Es mas, ¿a qué edad se considera aceptable que un niño empiece a interactuar con estas tecnologías? ¿Qué debe prevalecer: la integración en la sociedad actual, con todo lo que implica, o un equilibrio con el juego y la interacción en el mundo real? Porque yo me niego a renunciar a las tardes de juegos de mesa en familia o a tardes de volcar todos los juguetes en el suelo de la habitación y saltar de una aventura a otra. Como todo en la vida, será cuestión de equilibrio, pero qué difícil es buscarlo para otra persona.
Leyendo otra vez este texto, por un lado me avergüenza lo inconexo y caótico que es, pero por otro me parece un precioso reflejo del estado actual de mis pensamientos. Se abre un nuevo mundo de posibilidades, tanto para nosotros, sus padres, como personas, como para nuestro hijo. Es tan emocionante como terrorífico pensar en el importante papel que tenemos los padres a la hora de guiar a una persona que es un lienzo casi absolutamente en blanco.
¿Sabéis qué es lo mejor de todo? Que si no le gustan los videojuegos no pasa nada, porque lo que quiero por encima de todo es poder ayudarle para que tenga la vida más feliz posible. Tengo las mismas ganas de saber cuáles serán sus aficiones y aprender con él acerca de ellas que de mostrarle las nuestras. Pero si, por cualquier motivo, decide que quiere que nos embarquemos a lomos de Epona en una épica aventura para conocer otros mundos, recoger manzanas, aprender milenarios estilos de lucha, entrenar monstruos de bolsillo o diseñar inquietantes réplicas cúbicas de la realidad, en mi consola siempre habrá conectado un mando para él. Estoy deseando conocerte, hijo.