Las formas del terror japonés siempre me han encantado, tanto en el cine como en los videojuegos. Más allá del foco que ponen en la tensión y en las almas atormentadas por sucesos de cuando aún vivían, adoro que reconozcan el gran poderío visual que reside en su propia cultura, incluso en cosas mundanas como sus hogares, sus edificios o su decoración. Hacía mucho que no jugaba a un juego de terror tan japonés, ya que aún no he podido catar ese Project Zero: Maiden of Black Water. Yuoni cuenta con una premisa y un planteamiento que, aún usando elementos jugables que hemos visto ya en muchos otros exponentes, sabe darles una vuelta de tuerca a través de su planteamiento general y su narrativa.
En nuestro país, Yuoni cuenta con una edición física en PS5 de la mano de Meridiem Games.
¿Jugamos al Yuoni?
En Yuoni manejamos en primera persona a Ai («amor» en japonés), una niña de 10 años que se ve obligada a jugar a un macabro juego para recuperar su vida normal. Su objetivo a lo largo de los niveles será siempre el mismo: recorrer los escenarios esquivando los espíritus que pululan por ellos, encontrar una muñeca y deshacer todo lo andado mientras huimos de un peligroso espíritu vengativo. Si llegamos a la habitación inicial, podremos quemar esa muñeca en un brasero y avanzar al siguiente nivel.
Sorprende la importancia que Yuoni concede a su argumento y personajes, aún siendo algo común en el terror japonés. Constantemente estaremos viendo flashbacks e imágenes relacionados con las vivencias tanto de Ai como de otros personajes que la rodean; además, habrá muchas ocasiones en las que la trama avanzará mediante cuadros de texto, algo que es una pena, ya que se podrían haber intentado representar con el motor del juego. Muchas veces se nos cuentan hechos o sucesos que hubieran ganado mucho en intensidad sin depender tanto de textos con imágenes estáticas de fondo; toca temas muy intensos a nivel emocional a través de ese tormento de los espíritus. Sin ser una trama original o intensa, sí que sabe darle una capa extra de profundidad a lo que estamos jugando, además de la curiosa forma que tiene el juego de enlazarla con los coleccionables y la rejugabilidad del mismo (y hasta aquí puedo leer).
Yuoni quiere en todo momentos transmitirnos indefensión y tensión a través del personaje que manejamos. No podremos defendernos de los espíritus que nos acechan; tan solo podemos correr, agacharnos para caminar sin hacer ruido, aguantar la respiración y escondernos en taquillas, armarios y derivados. Hay poca variedad en los enemigos que encontramos: habrá sombras que no pueden vernos, pero sí oírnos (por lo que tendremos que aguantar la respiración cuando pasemos cerca), y luego están otras que pueden verte e invocarán a un enorme espíritu capaz de matarnos de dos golpes si no huimos o nos escondemos rápidamente. En cualquier caso, nuestras únicas opciones serán huir o escondernos.

A nivel de ambientación, Yuoni hace muy bien los deberes, respetando las formas tradicionales del terror japonés
De esta forma, la jugabilidad de Yuoni está fuertemente centrada en el sigilo; debemos observar con atención la ruta ideal a seguir y la forma de esquivar los espíritus que haya entre medias. Los escenarios de Yuoni transitan entre una escuela en un perpetuo y bucólico atardecer, un hospital abandonado y una siniestra vivienda tradicional japonesa. Todas las fases cuentan con elementos rotos y apilados, presentan un gran grado de abandono y decadencia, y siempre nos moveremos por zonas casi claustrofóbicas. De vez en cuando tendremos que buscar llaves o similares para acceder a la siguiente parte, pero en general el juego es muy lineal. Es interesante la vuelta de tuerca del final de los niveles: cuando cojamos la muñeca, nos perseguirá un espíritu vengativo que nos obligará a recorrer de vuelta todo el camino, pero habrá puertas que se abrirán cuando antes no lo hacían y viceversa; son los momentos más tensos del juego, aunque pueden llegar a ser también bastante frustrantes por su dependencia en el ensayo-error.
Cuando lo excepcional se hace cotidiano…
El mayor problema de Yuoni es su fuerte sensación de repetición. Los escenarios tienen pocas variaciones entre sí, los enemigos tampoco son variados o con comportamientos muy diferenciados y la dinámica de los niveles es siempre la misma en sus aproximadamente seis horas de juego. Además, al depender tanto del sigilo, da la sensación de enlentecer mucho su jugabilidad en la primera parte de las fases. Además, al convertir a los espíritus en centinelas a esquivar, no pasa mucho tiempo hasta que nos hayamos acostumbrado a su presencia y ruidos, convirtiéndolos más en una molestia que en una fuente de tensión o terror. Es una pena, porque a nivel de ambientación Yuoni hace muy bien los deberes.
Su diseño de escenarios, aunque lineal, sabe ponerte nervioso con su disposición, sobre todo anticipando la vuelta al principio. Esquivar cristales por el suelo, la disposición de los escondites, el poder asomarse por las puertas antes de pasar o los ruidos y efectos de sonido que nos sobresaltarán de tanto en cuando, así como esa decadencia que muestran los niveles, benefician mucho al conjunto.
Conclusiones
Yuoni sin duda es un juego interesante por su planteamiento narrativo y cómo enlaza con lo jugable. Su ambientación e historia también rayan a muy buen nivel. Sin embargo, la repetición de la fórmula jugable, la escasa variedad (y poco imaginativos diseños) de enemigos y el foco en el sigilo y el pilla-pilla afectan mucho al ritmo del título, llegando incluso a desaparecer el terror que tan bien infunde en sus primeros compases. También es una cuestión de gustos; si disfrutaste de la jugabilidad de obras como Outlast o Amnesia, agradecerás el giro a esa jugabilidad ya de sobra conocida.
Yuoni
Puntuación Final - 6.5
6.5
Interesante
Yuoni es un juego interesante por su ambientación, planteamiento narrativo y cómo enlaza con lo jugable. Su ambientación e historia también rayan a muy buen nivel. Sin embargo, la repetición de la fórmula jugable y el foco en el sigilo afectan mucho al ritmo y al terror que es capaz de infundir.