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Treasures of the Aegean – Análisis Switch

Las aventuras de una cazatesoros en bucle

El equipo catalán Undercoders, junto a su inseparable publisher Numskull Games, brinda su quinto gran título al mercado de consolas y PC, y el tercero seguido de plataformeo. Sin parecerse a ninguno de sus antecesores, echaremos un vistazo a los misterios de Treasures of the Aegean, un juego de acción, exploración y thriller que puede parecer la cosa más sencilla, y al mismo tiempo, eso precisamente es lo que impulsa a seguir jugándolo hasta el final.

Es uno de estos títulos que expone varias ideas y, sin necesidad de profundizar en ninguna, las equilibra todas para dar una experiencia sumamente entretenida. No pretende ser más, ni es menos que otros videojuegos por ello.

Treasures of the Aegean nos lleva a vivir una versión imaginativa de la leyenda del Rey Minos, uno de los gobernantes en época de la antigua Grecia y cuya Isla se sumergió en el mar por un  erupción volcánica. Sin embargo, gracias a la investigación de James y a la habilidosa Marie podremos explorar en el presente este lugar en busca de los tesoros de Egina y, ya de paso, descubrir qué sucedió realmente con la civilización minoica.

Sin embargo, no solo habrá un grupo de malos por la Isla con intenciones siniestras, también habrá un tipo de maldición que nos hará repetir la exploración hasta que podamos romper el bucle temporal, y ya de paso salvar a La Tierra de un destino fatal. Pero bueno, nada que una cazatesoros que se precie no pueda lidiar, ¿no?

Adoro el estilo artístico trazado a mano entre cómic actual y detalles de escenario trazado como lo estarían en la antigüedad, con una buena imaginería para los tesoros, murales y demás detalles

Durante cada bucle tendremos unos minutos fijos para explorar el lugar hasta que, inevitablemente, todo haga PUM! en una erupción más grande. Al terminar un bucle veremos nuestro progreso en las Profecías, que funciona como una tablet en la que se apuntan los descubrimientos. También veremos pequeñas fracciones de la historia de los personajes, a veces con un nivel jugable para Marie que cambia bastante el modus operandi. Así conoceremos la motivación, orígenes y conexión de cada personaje de forma perfectamente troceadita. También es una forma muy amena de evitar que Treasures of the Aegean resulte tan repetitivo, algo que viene de serie si te apoyas en timeloops. Y mucho me temo que aquí también hay paradoja temporal, pero bueno, c’est la vie.

Esto resulta en una experiencia amena de entre ocho y diez horas con una progresión de juego muy satisfactoria de partidas a contrarreloj, fusionando partes de parkour trepidantes con pausas para ir hilando la historia de los minoicos. Incluso podremos hacernos con ayudas de hasta tres espíritus si así lo queremos, pero nos costará exploración, resolución y habilidad. Al estar en un mapa abierto y no tener niveles o barra de vida, podemos ir a donde nos plazca desde el minuto uno. No es tan grande como un mundo abierto triple A, pero su diseño laberíntico y profundidad en horizontal y vertical brindan una sensación similar a la de un sandbox.

Uno de los puntos fuertes (más adelante diré cuál es el mejor) de Treasures of the Aegean es precisamente el pulidísimo control de Marie. Es una máquina inagotable de energía, que corre, salta, se desliza y trepa sin sudar. No llega a las piruetas vertiginosas de Lara Croft, pero creo que porque ella es más pragmática con el parkour. Por más que trate de expresarlo de otras mil maneras, todo se reduce a que simplemente es muy divertido atravesar todas las rutas de la Isla con ella.

La sensación de rapidez es soberbia incluso en Switch, la versión menos fluida del título

Entiendo que al ser una obra más bien corta y que busca, por encima de todo, un diseño de niveles práctico con el que sentirse la ama del barrio, no haya mucha variedad de maneras de avanzar. Quiero decir, están los clásicos como balancearse en una liana, mover cajas para resolver puzles o incluso el famoso salto entre paredes, pero me hubiera gustado ver alguna mecánica interesante. Por ejemplo, ya que llevamos a una cazatesoros experimentada, ¿no podría llevar algún artilugio de escalada? Este tipo de cosas.

Aparte, los puzles como tal son fáciles, pero porque son genuinamente intuitivos; Si no sabemos cómo meter mano a uno, es que hace falta explorar un poco más. Me ha costado más calcular un salto preciso para hacerme con un tesoro opcional que en resolver un rompezabezas, con eso lo digo todo.

Pero Treasures of the Aegean tampoco es correr como pollo sin cabeza. Nuestro mayor aliado es el mapa, uno que iremos esbozando según descubramos nuevos sitios y que para el siguiente bucle ya tendremos a color. Tanto mapa como Profecías y tesoros los veremos en el botón X, que es como si abriéramos una tablet con esta información que James va actualizando. Una idea interesante y muy útil para guiarnos.

Aquí, la importancia del mapa es tan grande como el de cualquier otro juego de mundo abierto, o más. Podremos usar marcadores para indicar puntos de interés, algo de mucha importancia cuando el juego gira precisamente a encontrar cosas que hacen que funcionen otras cosas, y así en adelante. A mí se me pasó usarlo en los tres primeros bucles y me arrepentí lo más grande, porque de otra forma es casi imposible recordar sitios exactos dada la naturaleza laberíntica del entorno. Pero se compensa con el puro jolgorio de al fin encontrar esa pieza que faltaba y sabíamos que estaba cerca, en alguna parte.

Sin embargo, es un rollo tener que estar parando constantemente el avance, abriendo el mapa para llegar a sitios concretos. Es por eso que echaba en falta un minimapa en la esquina, o incluso la opción de abrir un mapa translucido en el centro de la pantalla para poder avanzar, que resulta más orgánico sabiendo que el título va a contrarreloj, lo que sea por no interrumpir tan fuerte la progresión.

Si con Mail Mole consiguieron un mundo entrañable y concienzudo en 3D, y más tarde otro más humorístico y que se determina mucho por la habilidad con SuperEpic, ahora en Treasures of the Aegean traen borbotones de acción y thriller articulado en 2D. Demostrando así su pericia en los dos subgéneros de plataformeo. La planificación de todos los “sectores” tiene esta sensación de caos calculado, y dan la sensación de libertad y logro de un infinite runner, pero sin ser realmente un infinite runner. También es cierto que me recuerda un poquito a la agilidad de los Assassins Creed: en pantalla queda muy vistoso, pero me gustaría tener un poco mas de control para hacer parkour.

También podremos coleccionar hasta 110 tesoros que no solo dan lore histórico; también confieren segundos extra para el próximo bucle temporal: Una forma perfecta de incentivar más aun la exploración

A quienes les mole la historia de la Edad Antigua se lo van a pasar teta. Dada la antigüedad de la civilización y su misterioso progreso, podremos encontrar tesoros que datan de todo tipo de épocas y comprender un poquito de historia del mediterráneo, una de las más ricas del mundo entero.

Al final, la Isla del rey Minos no deja de ser un laberinto en scroll lateral amplio con plataformeo, puzles y backtracking. Es gratificante corretear por todos lados, haciendo saltos precisos y deslizándose por los huecos; Lo mismo ocurre con ir apuntando todos los puntos importantes en el mapa para desentrañar los secretos de los minoicos. El escenario es un enorme rompecabezas entramado de plataformas divertidas de dominar, este el punto más fuerte de Treasures of the Aegean, que encuentra un equilibrio perfecto entre ambas.

Por último, ¡mirad qué pedazo de edición coleccionista que podemos conseguir gracias a Merdiem Games!:

Treasures of the Aegean

Puntuación Final - 8

8

Recomendado

Un plataformas 2D que capta perfectamente la libertad de la aventura buscando tesoros y con puzles de por medio sencillos por naturaleza, pero que siempre nos incentiva a seguir explorando durante un bucle temporal más en la Isla de Minos, un lugar muy agradable en el que perderse (y encontrarse) durante unas horas la mar de entretenidas.

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Daniel "Fullbull" Rubio

No me pidas mucho para los textos, que solo hice el bachiller de ciencias. En esta vida me gustan tres cosas: cerebro, videojuegos y carlinos.
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