El estudio Brainwash Gang ha publicado The Longest Road On Earth. Un proyecto que nació de una exitosa campaña de Kickstarter, que ha visto la luz de la mano del estudio TLR Games y que ha sido publicado por la editora Raw Fury. Este estudio madrileño ha sido artífice de otros títulos como Damnview o Nongunz y, ahora, gracias a las más de 400 personas que les respaldaron, han podido llevar a cabo esta curiosa ficción interactiva que nos hace reflexionar sobre la cotidianidad de la vida.
The Longest Road on Earth es una antología que nos invita a acompañar a cuatro personajes antropomórficos en diversas etapas de sus vidas. Una historia que está situada en las décadas de los cincuenta y los sesenta y que está ambientada en Estados Unidos. En base a estos cuatro personajes, el juego se divide en cuatro capítulos que no superan las dos horas de juego.
Estos personajes no guardan una relación entre sí y la única finalidad de este viaje capitular es la de plasmar escenas costumbristas con las que los jugadores pueden conectar y que reconocen fácilmente. Desde Brainwash Gang se han atrevido a poner al jugador a realizar tareas banales de nuestro día a día. Una cotidianidad de la que precisamente buscamos huir cuando nos adentramos en un videojuego.

¿Jugadores o espectadores?
No obstante, estos cuatro personajes antropomórficos son solo un pretexto que esconden el verdadero protagonista de The Longest Road on Earth. Un protagonista que se encuentra precisamente en el propio título del juego: la vida. La carretera más larga de la Tierra. Por supuesto, no entendida como un recorrido por varias fases de la vida, sino la vida entendida como esa monotonía presente en el día a día.
La única misión de los jugadores es la de acompañar a estos personajes en sus quehaceres diarios: coger el metro, tender la ropa, hacer el desayuno, beber un café, fumar un cigarro, trabajar en una embotelladora, un paseo en bici… Y así un largo etcétera. No encontraremos diálogos ni texto o voces de ningún tipo. Tan solo indicaciones (mínimas) que nos anuncian los momentos de interactividad, que serán escasos a lo largo de nuestro recorrido lineal y que no ofrece posibilidad de decisión ni ramificación.
The Longest Road on Earth demuestra el atrevimiento de este estudio madrileño al plantear una premisa así en un videojuego. Aunque, por supuesto, podemos plantear aquí el eterno debate de si este tipo de títulos pueden considerarse videojuegos debido a su carencia de interactividad. Al margen de este melón que podemos abrir otro día, no hay duda que The Longest Road on Earth no es para todo tipo de jugadores. Debemos saber que nos estamos adentrando en una experiencia exclusivamente contemplativa.

¿Demasiado repetitivo?
Sus cuatro historias en blanco y negro exponen una sencilla, pero efectiva y emotiva, narración que nos deja a solas con nuestras reflexiones y pensamientos. No hay distracciones en The Longest Road on Earth. Nos enfrentamos a un momento de introversión o introspección en el que encontrarnos con nosotros mismos. Algo que, en contraposición al ritmo que nos rodea en la sociedad, puede resultar algo abrumador ya que no estamos acostumbrados.
A pesar del buen ritmo narrativo en The Longest Road on Earth, que se complementa con unas más que acertadas transiciones entre escenas y personajes, en ocasiones puede resultar algo lento. La intención de hacer hincapié en la monotonía es de lo más acertada y, sobre todo, inusual.
No obstante, en momentos puntuales del recorrido pecan de querer “estirar demasiado el chicle” y produce algo de rechazo o irritación. Por ejemplo, cuando tenemos que estar más de cinco minutos haciendo una cola para entrar en la fábrica en la que trabajamos. Es una premisa interesante que cuando se lleva al extremo puede provocar hastío en los jugadores por su repetición. ¿Es necesario caminar durante diez minutos por una calle en la que no podemos hacer absolutamente nada? El propósito de reflejar la rutina sería el mismo si se redujese el tiempo y podríamos descubrir otros momentos cotidianos igual de interesantes.

Interactividad y mecánicas minimalistas
Con The Longest Road on Earth nos encontramos ante un videojuego eminentemente narrativo en el que la interactividad queda relegada a un segundo plano. Al no encontrar ninguna información en nuestra pantalla, dicha interactividad se reduce únicamente a pulsar un solo botón en aquellos momentos en los que el juego nos lo pide. Pese a que la interactividad avanza a lo largo del juego, presentando sencillísimos puzles (si pueden considerarse como tal), todos ellos se siguen reduciendo a pulsar el botón de la barra espaciadora.
El juego presenta unas mecánicas sencillas que cumplen con el único propósito de servir a la historia y a sus personajes. No obstante, esta sencillez en el diseño puede pecar en ocasiones de confusa y de falta de claridad a la hora de transmitir a los jugadores su propósito en cada momento. La lectura de los escenarios que nos rodean en The Longest Road on Earth se torna en ocasiones en una lectura algo críptica. Lo que nos puede llevar a chocarnos con “el final” de un escenario sin haber localizado el punto correcto de interacción.
Probablemente este diseño minimalista responde a la intención de no perturbar al jugador en su viaje y, por tanto, de despejar aquellos elementos que puedan incomodar su experiencia narrativa. Sin embargo, en ocasiones genera momentos de duda o desconcierto que perturban esa experiencia, nos expulsan de la historia y alteran el ritmo de la narración.

Un videojuego musical de pixelart
Uno de los pilares narrativos de The Longest Road on Earth lo encontramos en su maravillosa banda sonora. De la mano de Beícoli nos deleitamos con veinte temas del puño y letra de esta compositora y cantante madrileña que acompañan a los personajes. Como hemos dicho, no encontramos ningún texto y toda la narración la bebemos directamente de las escenas y la música.
La peculiar música está llena de amor, esperanza, tristeza, reflexión, y un sinfín de emociones que se funden a la perfección con las imágenes que vemos en la pantalla. Una simbiosis impecable en la que historia y música no pueden vivir la una sin la otra y se funden en la misma narración. Tonos mágicos y melancólicos que tienen matices de rock, folk e indie y, a veces, incluso recuerdan en algún tema a Billie Eilish.
Por último, el aspecto artístico del juego también juega una gran baza, sobre todo, en aquellos planos detalle de algunas de esas escenas costumbristas. Unos planos que se presentan como si de cuadros al óleo se tratasen, aunque resultan algo fugaces. Nos encontramos ante un estilo pixelart que también goza de una gran sencillez en las planos grandes que se contraponen con el detalle de esos planos cerrados.

The Longest Road on Earth
Puntuación Final - 7.5
7.5
Recomendado
The Longest Road on Earth es una apuesta atrevida pero firme que tiene muy claro su propósito. A lo largo de esta historia capitular experimentamos el hastío de la rutina y, ante una narración minimalista y sin distracciones, nos quedamos a solas con nuestros pensamientos y reflexiones. Historias acertadas, en particular el último capítulo, que nos acerca al crecimiento y maduración de un niño. Ritmo narrativo y transiciones acertadas que se funden a la perfección con una banda sonora exquisita. No obstante, por su falta de interactividad, The Longest Road on Earth no es un juego para todos los públicos y, por supuesto, no pretende serlo.