Nunca sabemos por qué camino nos puede llevar la vida. “Toda aventura empieza con una decisión”, dijo un conocido profesor cuando nos ofrece tres criaturas para escoger. Y bien es cierto que son nuestras decisiones las que determinan qué o como somos. En este caso, The Last Oricru, juego protagonista de este análisis, nos ha dejado ver en PS5 el peso de las decisiones que tomamos. Porque cada acción tiene sus consecuencias.
Antes de nada, cabe decir ciertas cosas sobre The Last Oricru. Lo primero de todo, que este título ha sido desarrollado por GoldKnights y distribuido en España por Plaion. Un título que mezcla narrativa y acción, aunque sabe brillar mucho más en un aspecto que en el otro. De hecho, ya hablamos de él en unas primeras impresiones.
Como acabamos de mencionar, The Last Oricru, tras realizar su análisis en PS5, nos ha dejado sensaciones muy marcadas en sus dos formatos. Por una parte, la más narrativa, nos brinda una historia muy interesante, y un gran abanico de posibilidades para definir nuestra historia. Por la otra, encontramos una acción de tipo souls-like que, lamentablemente, no se encuentra a la altura de su otra parte. Pero a continuación detallaremos más.
Silver, un irónico protagonista
La historia empieza de un modo bastante críptico. Lo primero que vislumbramos es una visión con un rostro digital diciéndonos que no confiemos en nadie para, acto seguido, despertar con amnesia en un lugar desconocido. Allí, sin apenas darnos explicaciones, nos insisten en que debemos entrenarnos en combate para aprovechar en mayor medida nuestro “don de la inmortalidad”.
Este “don de la inmortalidad” sería parte de esa mecánica souls-like, ya que, tras morir, volveremos a reaparecer. Resulta interesante y muy curioso el hecho de que la historia “acepta” la posibilidad de que, como protagonistas, podemos intentar una misión las veces que haga falta. Los agentes de todos los bandos, de hecho, querrán aprovecharse de nuestro don para sus propios beneficios. Nosotros decidiremos a quién apoyar en todo momento.
La traducción al castellano es impecable y se nota el mimo puesto en cada texto.
En cuanto a Silver, nuestro personaje, es un humano bastante hablador que, sin saber cómo ni por qué, ha llegado a un mundo en guerra entre la raza Naboru y la rátida. Hay más agentes en la disputa, pero comenzaremos con esas dos facciones como protagonistas. Podremos dialogar con múltiples personajes, pero si nuestras decisiones nos generan mala relación con una facción, toda esa raza en cuestión será hostil contra nosotros.
Nuestra misión en este mundo
Probablemente, este es el aspecto más fascinante del juego. Como cuenta con una narrativa no lineal, algo cada vez menos común hoy en día, The Last Oricru nos hace sentirnos en un auténtico juego de rol. Existen múltiples vías argumentales que, por el camino, se van bifurcando más y más. Nuestros actos y decisiones definirán nuestras afinidades y, a la postre, marcarán también el desenlace de la historia.
Aunque luego encontraremos más facciones, lo primero que encontraremos será al Imperio, de la raza Naboru, y a los rebeldes, de la raza rátida. Encontramos claras referencias peyorativas de ambos bandos, con unos Naboru visiblemente fascistas y unos rebeldes representados con un animal asociado con la suciedad y las enfermedades. Viendo la realidad de esta guerra, encontraremos siempre razones para ayudar a ambas partes, aunque también tenemos opción de ir al máximo con una de las partes, ignorando las peticiones “enemigas”.
Narrativamente, The Last Oricru es de lo más adictivo y divertido. Puede que la historia no sea la más original y que haya muchos clichés, pero nuestro peso para cambiar la historia hace que no nos separemos de la pantalla, a pesar de sus mecánicas de combate. Poco a poco, la trama se irá complicando más, y nuestras decisiones serán cada vez más cruciales para el curso de los acontecimientos.
Una ambientación imperfectamente inmersiva
The Last Oricru también nos ha dado sensaciones gratas en este aspecto tras su análisis en PS5. El juego es capaz de hacernos olvidar el mundo real mientras exploramos los niveles y sopesamos las decisiones que tomar. No es ni mucho menos perfecto, pero tampoco es fácil hacer que un jugador se sumerja en el mundo que vemos en pantalla.
Gráficamente el juego no es un portento. De hecho, más allá de los reflejos de luz y algunos rostros concretos, veremos texturas propias de hace dos generaciones. Sin embargo, todo eso lo compensa con un apartado artístico que, a pesar de todo, acaba siendo ciertamente resultón. La ambientación también se fortalece con una banda sonora que, lejos de ser épica, nos suele incitar más a la clama y reflexión. El rendimiento, por otro lado, a veces resulta problemático en combate, ya que se producen tirones que restan fluidez a las peleas.
The Last Oricru nos hace sentirnos en un auténtico juego de rol.
En cuanto al diseño de niveles, hay ciertas luces y sombras. En ese aspecto, cada nivel suele ser un mapa de tamaño intermedio, con muchas interconexiones en su interior, pero siempre independiente de cada mapa, siguiendo un avance “lineal” cuando resolvemos los pertinentes problemas. A veces volveremos hacia atrás en ciertos niveles, pero es para tomar nuevos caminos que se irán desbloqueando. También cabe mencionar que los niveles de castillos, fortalezas, cuevas, y sitios cerrados en general, se sienten mejor construidos que los espacios más abiertos, donde los obstáculos se notan mucho más artificiales.
La acción, su Talón de Aquiles
Es una lástima que un juego tan interesante en lo narrativo se vea lastrado por su sistema de lucha. Y no es que sea malo el sistema, es que necesita mucho más trabajo de pulido. El sistema souls-like es capaz de aportar mucho a un juego, pero solo si está bien implementado. Y en PS5, con títulos muy destacables de este formato, el análisis de The Last Oricru nos deja este defecto en evidencia.
Ciertamente, encontramos casi todos los elementos que podemos esperar. Armaduras con distintas defensas, armas de gran variedad y con distintos elementos, como fuego, magia o rayo, escudos de muchos tipos, e incluso anillos que nos mejoran ciertas estadísticas. Los enemigos nos proporcionan puntos de experiencia y podremos subir de nivel distintos atributos en unos terminales repartidos por el mapa. Hasta aquí todo suena bien, pero en combate todo esto se viene abajo. Cabe decir que los problemas se palian un poco en la dificultad “historia”, pero siguen presentes igualmente.
A la hora de luchar, hay varios elementos que fallan. Por ejemplo, usando un escudo en un ataque frontal, los ataques nos pueden hacer daño completo porque el área de defensa es problemático. A la hora de esquivar, en muchos casos, el movimiento del enemigo nos sigue aunque haya empezado su acción de ataque. Nuestros ataques son lentos con casi cualquier arma, mientras que cualquier enemigo puede contraatacar cuando estamos encadenando golpes que deberían aturdirlo.
Y así, junto a otras cosas menos frecuentes, el combate da la sensación de ser poco fiable e injusto, ya que a menudo hay más azar que destreza. También hay opción de jugar cooperativo, pero es poco probable que se una nadie a nuestra partida si no se trata de un amigo, ya que el tráfico es escaso. El cooperativo, eso sí, también puede disfrutarse localmente con pantalla dividida.
Conclusiones
Es una lástima que un juego con tanto potencial en un aspecto se vea tan lastrado por el otro. Si el combate estuviera mejor implementado, hablaríamos de un juego muy notable. Sin embargo, el peso de las batallas, en ocasiones, no hace los combates desafiantes, sino tediosos. En la historia encontramos un argumento entretenido y ligero, pero lo bastante complejo como para crearnos interés. La traducción al castellano es impecable y se nota el mimo puesto en cada texto.
A pesar de ello, es un juego que sí podemos recomendar a los amantes de las historias no lineales y de los juegos de rol, siempre que haya cierto bagaje souls-like de antemano. Está lejos de ser el mejor ejemplo del formato en cuanto a acción, pero si logramos pasar el trago, en lo argumental garantiza muchísimas horas de diversión para probar todas las posibles bifurcaciones de la historia.
The Last Oricru
Puntuación Final - 6
6
Interesante
Un juego de luces y sombras. Por un lado, su exquisita historia, ambientación y decisiones nos sumergirán de lleno en su mundo. Sin embargo, sus mecánicas de combate nos pueden sacar de él.