El pasado 30 de marzo llegaba a PC The Great War: Western Front, desarrollado por Petroglyph y editado por Frontier Foundry, un juego que combina la estrategia en tiempo real, con la gran estrategia y la gestión de recursos.
Desde el principio The Great War: Western Front levantó ciertas expectativas dentro de los fans de la estrategia por enfocarse en un periodo ciertamente abandonado, la Primera Guerra Mundial. Siempre se ha hablado de los problemas que tiene este periodo para el género, grandes cargas de infantería, armas modernas, aviones y tanques, un batiburrillo de unidades que recrear en el campo de batalla, que hace difícil una buena adaptación al medio. The Great War: Western Front lo intenta de una manera diferente, mezclando las batallas en tiempo real con el control del tablero de campaña.
Un poco de contexto
La Primera Guerra Mundial es uno de esos hechos históricos que han sido olvidados por el peso de la historia que les sigue. En la cultura popular, la Segunda Guerra Mundial ha fagocitado todo el contenido de principios del siglo XX. Para las grandes producciones culturales, es mucho más fácil abordar el tema de la Segunda Guerra Mundial, de una manera más simplista, con malos muy malos y buenos muy buenos, en ocasiones demasiado incluso.
En el videojuego, sagas como Call of Duty o Medal of Honor, han marcado el discurso y la manera de abordar el conflicto. Recientemente, hemos tenido ejemplos como Battlefield V, que han intentado acercarse a esta guerra de una manera diferente, manteniendo la veracidad, pero alejándose de los blancos y negros, apostando por un tomo más gris y adulto.
Además de tener que enfrentarse a su hermano mayor, la Primera Guerra Mundial tiene otros problemas de trasfondo; es una guerra sin buenos ni malos, que estalla por un motivo absurdo y en el que no hay un objetivo claro. Millones de personas morirán en los campos de batalla sin saber porqué luchaban.
Una mezcla de nacionalismo extremo, unido a la decadencia de antiguos imperios que buscaban dar la vuelta a su inevitable final, provocó que en 1914 estallara el conflicto más sangriento hasta la fecha. La tecnología se encontraba en un punto clave, nuevos inventos y mejoras que se estaban aplicando al servicio de la sociedad, rápidamente se volcaron en el esfuerzo de la guerra, convirtiendo los campos de batalla en auténticas carnicerías.
The Great War: Western Front es una mezcla de sentimientos desde el principio. Su propuesta es atractiva, pero falla en su parte jugable
Las diferentes potencias se lanzaron a una guerra para la que no estaban preparadas. La forma de hacer la guerra aún tenía los tintes de romanticismo del siglo XIX. Cargas de caballería y unidades de infantería de filas fueron habituales en los primeros meses de la guerra. Con la llegada de las trincheras y las nuevas armas automáticas, la guerra cambió. Los frentes se estancaron y la guerra se enfocó en la destrucción masiva, hacer el mayor número de bajas a sabiendas de que las pérdidas también serían enormes, todo para conseguir avanzar unos metros en un campo de batalla arrasado por los millones de proyectiles de artillería descargados sobre el enemigo.
Una guerra tan absurda que llegó a su fin cuatro años más tarde sin que hubiera un vencedor sobre el terreno. Solo el colapso económico y social del Reich Alemán hizo que la guerra terminara, poniendo las primeras piedras para el largo camino que desembocaría en un nuevo y más terrible conflicto, la Segunda Guerra Mundial.
Buenas ideas, pero mal ejecutadas
The Great War: Western Front es una mezcla de sentimientos desde el principio. Su propuesta es atractiva, respeta la Historia y la integra dentro de su narrativa de una manera adecuada, pero falla en su parte jugable.
Las partidas de The Great War: Western Front se dividen en 2 partes, por un lado el mapa de campaña, centrado en el frente Occidental (como su propio nombre indica) y las batallas en tiempo real.
El mapa de campaña se divide en una serie de hexágonos que representan las diferentes provincias. Comenzaremos con una clara línea de frente con nuestro ejército encarando al enemigo. Podremos mover tropas, comprar mejoras e investigar avances para intentar capturas las provincias enemigas, cada país cuenta con un cuartel general, que en caso de caer dará la victoria al contrario. También contaremos con unos puntos de moral, esta se puede ganar y perder con eventos, batallas o mejoras y representa el espíritu nacional y el apoyo de la sociedad a la guerra; en caso de llegar a cero, también supondrá nuestra derrota.
Las opciones en esta parte del juego parecen bastante amplias de inicio. Podemos construir, investigar, llevar a cabo acciones de espionaje… todo bastante bonito en un principio, si no fuera porque la economía del juego está bastante desbalanceada. Cada turno nos entrará un monto fijo, que podremos canjear por suministros, necesarios para las batallas, o por edificios y unidades, el principal problema viene de lo estático que es el frente.
Es muy difícil tomar cada provincia, algo lógico si se quiere tener veracidad histórica, pero hace que acabemos pasando turno muchas veces sin hacer nada y acumulando oro sin mucha previsión de futuro. Este bloqueo provoca que las partidas se estanquen y acaben siendo aburridas a la larga; es muy difícil romper el frente, ya que nos requiere varias victorias consecutivas y el enemigo refuerza rápidamente los puntos atacados.
La gran mayoría de batallas de ataque serán derrotas o empates, pues hay otro problema: no podemos reclutar unidades de infantería a nuestro gusto, estas llegarán mediante eventos, pero no podremos aumentar el número bruto de unidades para preparar grandes maniobras. Sí podemos comprar unidades auxiliares, como aviones, tanques o artillería, pero a la hora de las batallas son un extra sobre el que apoyarse y no suponen una gran diferencia realmente, puesto que las trincheras y las posiciones estáticas limitan mucho sus acciones.
También hay que mencionar la injusta IA de este modo; es prácticamente imposible realizar jugadas a largo plazo. La IA adelanta todos nuestros movimientos y al no haber límite de movimiento de las unidades, de un turno para otro podemos mover unidades de la costa belga hasta suiza. Esto hace muy difícil agrupar unidades y preparar grandes ataques, el enemigo siempre tiene la ventaja de que tras nuestro movimiento, puede contrarrestarlo al instante, por lo que se siente que cuando encontramos una brecha es básicamente un error o una pequeña limosna que la IA nos da, más allá de ver una estrategia realizada correctamente.
La segunda parte de nuestras partidas pasa por las batallas propiamente. Estas tienen dos fases, una primera de preparación, en la que construiremos y prepararemos el terreno para el combate y una segunda al estilo Total War, donde moveremos regimientos y capturaremos posiciones enemigas. Nuevamente la IA tiene muchos problemas aquí y si antes hablábamos de injusticia ahora hablamos de inoperancia. Los movimientos de la IA son terriblemente estúpidos, no por previsibles, sino por repetitivos e irreales.
Tiende a concentrar los ataques en un punto, lo que hace muy fácil arrasar varias unidades con una sola descarga de artillería. Tampoco intenta sorprender en dos zonas a la vez o espaciar ataques, son una serie de oleadas cada cierto tiempo que hacen las batallas demasiado largas y tediosas. Simplemente tendremos que esperar y mover una o dos unidades de refuerzo cuando ataquen, nada más. Sin demasiado esfuerzo he sido capaz de ganar en el campo batallas que el autoresolver daba como derrotas absolutas, simplemente esperando a que pase el tiempo mientras el enemigo se estrella contra un muro.
Podría sonar realista, ya que las cargas de infantería estrellándose contra las trincheras enemigas eran la manera de hacer la guerra, pero la manera de trasladarlo al juego es algo totalmente anticuado. El juego gráficamente no está al nivel de un título de 2023. Juegos como Napoleon: Total War (2010) o Company of Heroes (2006) tienen gráficos muy superiores a The Great War: Western Front. Los modelos ni siquiera son visibles por el limitado zoom, las animaciones inexistentes y los ataques de artillería no tienen el más mínimo impacto de destructibilidad. Sí que vemos cráteres y un cierto deterioro con el paso del tiempo, pero a unos niveles muy alejados de títulos que tienen casi 20 años.
La movilidad tampoco es nada del otro mundo y la microgestión brilla por su ausencia en las batallas. Todo se ve tosco y antiguo. Hay algunos puntos interesantes, como el coste que tienen ciertas acciones, pero realmente hacen ridículo, por ejemplo, el uso de artillería en el ataque, debido a su alto coste de suministros y su nula efectividad. En general, cualquier ataque es inútil; es prácticamente imposible ganar una batalla cuando atacamos y la gran mayoría de las veces perderemos valiosos puntos de moral. Por ello acabaremos optando por no jugar nunca las batallas, solo para ganar aquellas defensivas que tengamos muy en contra.
Conclusiones
Personalmente tenía cierto hype por este The Great War: Western Front, los tráileres y las primeras imágenes del juego daban que pensar que podría ser una especie de Hearts of Iron IV mezclado con Total War, pero nada más lejos de la realidad.
Como punto positivo destacar los eventos históricos que van saliendo de cuando en cuando y la manera fiel de contar la Historia de este momento, quizá pecando en alguna ocasión de amarillismo hollywoodiense, pero optando siempre por un punto intermedio entre epicidad y realismo.
The Great War: Western Front no se ha convertido en mi pozo de horas mensual y no creo que tenga potencial para ser el de nadie. Si bien, por su precio reducido, puede ser un buen juego que quemar un fin de semana en unas rebajas de Steam.
The Great War: Western Front ya está disponible en PC, tanto en Steam, como en Epic Games Store y Microsoft Store.
The Great War: Western Front
Puntuación Final - 5.5
5.5
Correcto
The Great War: Western Front no está a la altura de las expectativas. Aunque, por su precio reducido, puede ser un buen juego que quemar un fin de semana en unas rebajas de Steam.