Desde su anuncio hace dos años (julio de 2020) Stray era, sin lugar a dudas, uno de los juegos más llamativos en el horizonte del catálogo de PlayStation. ¿Un indie en el que manejamos a un gatito naranja en un mundo con una clara temática cyberpunk? Miles de los que vieron aquél ya lejano trailer se quedaron totalmente prendados de la propuesta de BlueTwelve Studio, un pequeño estudio del sur de Francia. Con la ayuda de Annapurna como distribuidora han creado una nueva IP única y sorprendente que me ha dejado con muchas ganas de más aventuras de esta dupla entre gatitos y robots.
Separación gatuna
La sinopsis de Stray es sencilla: somos un gatito callejero sin nombre que vive con su familia (formada por otros tres gatos de diferentes razas) en lo que parece ser una antigua presa consumida por el moho y el verdín. Un día como otro cualquiera, en medio de lo que parece una expedición, nuestro protagonista se cae por un hueco y se separa de su familia. Es así como el naranjito llega a una población de robots que vive en lo profundo de la Tierra.
Esta separación de su familia lo llevará a conocer a B-12, un pequeño robot de lo más útil que nos acompañará en toda nuestra aventura prácticamente. Gracias a él podremos interactuar con los robots y entender su particular idioma, hackear puertas y hasta defendernos de los zurks, una nueva raza surgida de la suciedad del ser humano y que consume todo a su paso.
Y es que las acciones que nos permite realizar nuestro compañero son imprescindibles para avanzar en la aventura. Al llegar a este submundo subterráneo totalmente aislado del exterior iremos conociendo poco a poco a sus habitantes y cómo han llegado a la situación en la que están. Lo cuál nos lleva al siguiente punto.
Love, Death & Robots
Imagino que estaréis de acuerdo conmigo cuando digo que no siempre todos los juegos hacen divertidos o interesantes los diálogos con los NPC de sus ciudades y pueblos, ¿verdad? Pues este es un claro ejemplo en el que los diálogos se hacen amenos y divertidos: los robots no son precisamente muy charlatanes en general pero siempre dejan una pista o una pildorita interesante para nuestro siguiente lugar u objetivo.
Para comunicarnos con ellos, B-12 nos permitirá digitalizar los objetos que vayamos encontrando y así poder enseñárselos para que nos den su punto de vista o información, así que no os preocupéis porque la espalda de nuestro callejero tenga que aguantar mucho peso. Esto será algo necesario para hacer intercambios, puzles, buscar coleccionables, hacer recados o misiones y, en general, acabar el juego.
De hecho, como podéis ver en la imagen de arriba, el gato está echándose una siesta con uno de los robots de la primera zona. Al interactuar con él podremos darle diferentes partituras (hasta ocho) para que nos las toque mientras nos sentamos a su lado, dejándonos así con momentos tan pacíficos y relajantes como el que he capturado arriba. Esta siesta, por cierto, es una de las curiosas dinámicas y posibilidades que nos permite hacer Stray en casi todo momento.
El auténtico simulador de gato
Arañar paredes, sofás y alfombras, tirar todo lo que tienes a tu alrededor, dar increíbles saltos, entrar por recovecos que para un humano sería imposible de acceder, dormir, acurrucarse y restregarse contra las piernas de los humanos (en este caso, robots)… Todo esto y más es posible en Stray. Algunas acciones no siempre dan una recompensa (aparte de trofeos) pero sí es cierto que es realmente estimulante como jugador encontrarse con esta serie de posibilidades tan poco exploradas (y divertidas) en los videojuegos.
Además de todo esto, tenemos un botón de maullar (círculo) prácticamente siempre disponible, ¡incluso en escenas y cinemáticas! Seguramente pueda parecer una tontería (y Untitled Goose Game lo hizo antes) pero es bastante divertida esa sensación de libertad de maullar cuando nos dé la gana, ¡hasta para responder a nuestro gusto a los personajes!
El gran punto fuerte de Stray es lo divertido que resulta y aún así consigue ser una propuesta seria y con matices interesantes.
Igual parecen mecánicas algo banales o tontas, pero genuinamente en las cuatro horas y media que me ha durado la primera pasada me he llevado bastantes ratos simplemente haciendo el tonto con el gato: caminando sobre las teclas de diferentes pianos, tirando pilas de libros, poniéndome bolsas en la cabeza y acabando mareado, escondiéndome en cajas o, como veis arriba, «jugando» al billar. Por divertirnos un poco no pasa nada, ¿no?
Una de las grandes críticas del juego podría ser su jugabilidad, bastante sencilla e incluso podríamos decir simplona. Gato (como lo llamo yo cariñosamente) solo puede moverse, correr con R2 y saltar a las plataformas que nos deje el juego con el botón X. El resto de botones son relacionados directamente con nuestro compañero robot. Pese a que para mí esto no ha sido un problema en absoluto, ya que estaba centrado en otros aspectos, puede que algunos jugadores y jugadoras necesiten algo más.
Guía turística por la ciudad subterránea
Los variados e impresionantes escenarios con toques sci-fi nos recordarán seguro a películas como Blade Runner: el neón está por todas partes de las zonas más urbanas. Eso sí, no todo es urbano puesto que Stray sabe perfectamente variar entre zonas de diferentes colores y magnitudes: desde fábricas abandonadas a urbes, clubs nocturnos, alcantarillas y las zonas infestadas de esos zurks de los que antes os hablaba, una de mis favoritas por la peligrosidad que se respira en el ambiente. Para sobrevivir a estas peligrosas zonas necesitaremos huir y la ayuda de B-12, pero no quiero desvelar mucho más.
Los zurks no serán nuestros únicos enemigos puesto que también tendremos detrás a los centinelas en el último tercio del juego, que nos darán algún que otro quebradero de cabeza. Las vidas de nuestro gato son relativamente ilimitadas ya que siempre podremos reintentar en caso de morir (hasta hay un trofeo sobre esto).
Algo fantástico a mi parecer de este gatuno juego es lo tremendamente intuitivo que es. No tenemos mapa, no tenemos flecha ni un marcador que nos indique cuál es nuestro siguiente destino sino que usaremos toda nuestra intuición, la información y estos propios escenarios para ubicarnos. En ese aspecto el juego me ha dejado hipnotizado.
Banda sonora, gráficos, contenido extra, etc.
La banda sonora del juego puede pasar desapercibida aunque, creo, acompaña debidamente al juego en todo momento ya que hablamos de música electrónica en su totalidad. Lamentablemente no es todo lo memorable que me gustaría que fuera para darle esa guinda a este pastel tan maravillosamente rico que es Stray. Por otro lado, el apartado gráfico me parece realista aún manteniendo su toque sci-fi, destacando tres cosas: la ambientación, la sensación de escala y, cómo no, el trabajo motion capture del gato.
Como siempre que hago un análisis, me encanta comentar el contenido extra o rejugabilidad que tenga un juego, así como sus trofeos o logros. En este caso tenemos un Platino muy entretenido y que complementa genial ya que nos ayudará a hacer cosas que quizá hayamos pasado por alto (jugar al mahjong, usar mandos de TV o restregarnos contra las piernas de cinco robots).
Conclusiones
Como podréis intuir, para mí Stray es uno de los lanzamientos más originales, disfrutables y memorables del año 2022. Es cierto que el juego presenta pequeños bugs de cámara a veces y quizá hubiera echado en falta aún más variedad y una banda sonora memorable, pero aún así pienso que es una ópera prima brutal. Espero que tengamos la suerte de ver más aventuras de nuestro gato callejero favorito en un futuro próximo. ¡Larga vida a los gatos!
Stray
Puntuación final - 9
9
Imprescindible
Sin ser especialmente largo, Stray consigue cautivarme con su jugabilidad, escenarios, diálogos y exploración. Es divertido, emotivo, reflexivo y con constantes sorpresas. Quizá le hubiera venido bien zonas menos lineales pero es, sin duda, uno de los grandes juegos de 2022.