Análisis de Sonic Superstars para PC

2023 está siendo un año muy destacado dentro de la industria del videojuego. A pesar de haber comenzado con unos pequeños tropiezos (Redfall y Forspoken, por dar un par ejemplos), desde la salida de Resident Evil 4 y Tears of the Kingdom, la calidad ha ido en ascenso con indies y AAA que nos han dejado un buen sabor de boca.

Ahora, en octubre, Sonic el erizo se une a la ola con Sonic Superstars una nueva entrega en 2D que se esfuerza mucho por traer lo mejor de las entregas clásicas de la franquicia y lo consigue bastante bien, pero en el camino olvida ofrecer algo nuevo para entregar una obra que funcione más allá del factor nostalgia y las pocas ideas que intenta aportar, no terminan de funcionar.

 La inmortal Green Hill Zone

Sonic es una de esas franquicias difíciles de definir. Para cualquiera es obvio que su peak de popularidad se desvaneció hace mucho tiempo y hoy en día ha sido opacada por nuevas personalidades pertenecientes a IPs actuales. Aún así, no se puede decir que sea una mascota fallecida. El año pasado tuvimos los estrenos de su segunda película (la cual recaudó más de 400 millones de dólares) y de Sonic Frontiers, la bienvenida del erizo a los mundos abiertos.

Aún es pronto para saber si Frontiers es un antes y un después dentro de la franquicia; tuvo un recibimiento mixto con críticas que variaban entre la celebración por el nuevo rumbo y las lamentaciones sobre lo que parecía una marca desviada. Quizá este segundo grupo fue el más escuchado por SEGA y por eso un año después tenemos Sonic Superstars, una entrega en 2D que parece gritar: “No se preocupen, aún sabemos lo que les gusta y aquí se los estamos dando”. Eso, desde un punto de vista empresarial, está bien; es darles a los fans lo que piden. Por desgracia, la complacencia implica sacrificios y al final hemos terminado recibiendo más de Sonic, sí, pero también más de lo mismo.

Sonic Superstars es un Sonic en 2D en toda regla. Los elementos básicos de la franquicia son visibles, pero tiene miedo de ir más allá en su propuesta. Intenta replicar el éxito que tuvo Sonic Mania ahora con un entorno en 3D, pero el resultado es un déjà vu constante donde la innovación brilla por su ausencia.

Puedes cambiarle el nombre y la estética para intentar variar, pero el núcleo jugable se mantiene ahí; invariable desde su nacimiento en la SEGA Genesis. El primer nivel del juego se llama Bridge Island, pero cualquiera con dos dedos de frente podría darse cuenta de que esto es Green Hill con otro nombre y una paleta de colores ligeramente distinta, más cerca de los tonos azulados que caracterizan el juego.

Green Hill es casi un meme dentro de la franquicia, apareciendo siempre al comienzo de todos los juegos. Se puede entender como la eterna referencia a los inicios del erizo. El problema viene cuando los demás niveles del juego mantienen esa misma sensación de “Ya he estado aquí”. Puede entenderse como una forma de evocar nostalgia, pero al final termina resultando en una constante repetitividad.

Al final hemos terminado recibiendo más de Sonic, sí, pero también más de lo mismo.

La historia va de eso: Eggman quiere hacer maldades y ahora toca detenerlo. Me gusta que el equipo de Sonic se plantea como una fuerza imparable de la naturaleza que irá hasta donde haga falta para detener el villano de turno. No hay una trama ni motivaciones personales detrás porque no lo necesitan. Luchan por qué es lo correcto y punto. El juego nos lo deja en claro haciendo que inicie cuando ya la persecución está en proceso; una forma ágil de darle comienzo a la aventura sin tener que proporcionar más contexto.

La nueva adquisición al lore es Trip, una adorable lagarta con armadura que nos dará un par de momentos divertidos, aunque sin llegar a ser del todo destacable.

 Todos los caminos llevan a Eggman

A pesar de lo anteriormente mencionado, hay aspectos que pueden rescatarse de las zonas que debemos recorrer. Visualmente Sonic Superstars es un juego bastante bonito, con una paleta de colores llamativa y con suficiente variedad para que nunca sintamos que estamos recorriendo la misma zona dos veces. Sega supo adaptar el estilo visual clásico con estos diseños en 3D para dotarlos de vida y carisma.

Cada zona se divide en uno o dos actos, y algunos tienen un tercer acto especial que requiere de un personaje o habilidad determinada (ya especificaré en ellos después). Los dos actos de una zona comparten la temática estética y mecánica, con uno de ellos terminando con un gran jefe. Llegar hasta el final de un nivel no es complicado, pero sí bastante divertido.

Sorprende mucho la gran cantidad de caminos que puedes seguir para completar la zona. Los escenarios son enormes y una sola pasada no basta para conocerlos por completo: para poder ver todos sus caminos y secretos, hay que re-jugarlo varias veces y prestar atención, pues hasta la plataforma más inocente puede llevarnos a través de un nuevo sendero.

Un problema recurrente en los títulos del erizo, es la dicotomía intrínseca entre querer ir a toda velocidad en los escenarios, pero siendo interrumpido por plataformas y enemigos que entorpecen en el camino. En esta ocasión Sonic Superstars encuentra un equilibrio bastante decente entre las dos caras de la moneda al no colocar todos los huevos en una misma canasta

Hay niveles, como Speed Jungle. que te permiten ir veloz si tienes buenos reflejos y eres capaz de esquivar a los enemigos; mientras que otros como Golden Capital te exigirán que frenes y calcules bien cada salto, pues las plataformas son cortas y los enemigos numerosos. Esta filosofía de diseño le da mucha variedad al gameplay y evita el antiguo debate del “quiero y no puedo” que eran los clásicos juegos de Sonic. Entrega zonas donde es más fácil fluir sobre los escenarios, saltando entre mecanismos muy dispares que cambian de nivel en nivel.

Cada zona aporta una mecánica propia distinta. En Sky Temble, por ejemplo, tenemos que aprovechar las corrientes de aire para poder avanzar. En Lagoon City debemos avanzar cuidando nuestro oxígeno.  sistemas simples pero que ayudan mucho a crear una experiencia divertida y cambiante. Algunas son ideas bastante comunes dentro de la franquicia como en Pinball Carnaval, donde tendremos que rebotar por las paredes como si de un casino se tratara, algo ya bastante visto en la IP. Pero luego otras, como Cyber Station, presentan conceptos tan originales como que Sonic se transforma en pulpo y eso ya cambia por completo la forma en como interactuamos con el escenario.

Y hablando de interactuar con los escenarios…

 El poder de las Esmeraldas en la palma de mi mano

Una de las “grandes” (así, entre comillas) novedades de Sonic Superstars, es que podemos escoger entre cuatro personajes (cinco cuando terminemos la historia) para superar la aventura: Sonic, Tails, Amy y Knuckles. En su base, los cuatro son bastantes parecidos. Con esto me refiero a que comparten las mismas físicas, lo cual no me parece nada mal porque son bastantes buenas. El peso de los protagonistas está muy bien medido para que sean agiles, pero sin llegar a ser difícil de controlarlos. La aceleración es un poco lenta, pero a cambio se vuelve cómodo manejarlos una vez que han alcanzado la máxima velocidad y al mismo tiempo es muy fácil hacer saltos precisos cuando la situación lo requiere.

Individualmente, cada uno tiene habilidades únicas. Sonic es capaz de correr a mayor velocidad, Tails puede volar durante unos segundos, Amy tiene un doble salto y Knuckles es capaz de planear y escalar paredes. Sí unimos todo eso a lo anteriormente mencionado sobre los niveles, nos encontramos con un título que invita bastante a la rejugabilidad, pues una misma zona puede sentirse muy diferente si la recorres con personajes distintos que inevitablemente te llevarán a nuevos caminos.

En el primer acto de cada zona, escondido en alguna parte del nivel, hay un anillo que al tocarlo nos llevará a un minijuego (un poco aburrido) donde tendremos que columpiarnos, al más puro estilo de Peter Parker, hasta alcanzar una de las siete Esmeraldas del Caos. Cada esmeralda nos otorga un poder distinto que podremos usar una vez entre los puntos de checkpoints del juego.

Estas habilidades especiales prometían ser uno de los grandes añadidos del título, pero terminan siendo bastante olvidables. Sus usos son circunstanciales y fácilmente puedes pasarte el juego sin acordarte de que existen. Hay algunas que pueden ser útiles en los combates contra jefes, como la capacidad de convertirte en una bola de fuego que te permite redirigir tu ataque en el aire. Pero luego hay habilidades como hacer creces una raíz, escalar cascadas o revelas plataformas secretas que sólo las usaras cuando el propio juego te lo indique con un pequeño cuadro en la esquina que parece gritar: ¡Hey, aquí podrías usar ese poder! y, por supuesto, al tener todas las esmeraldas podrás convertirte en la versión Super de tu personaje, la cual te convierte en una máquina de destrucción imparable por un tiempo limitado, pero generoso.

Hablando de jefes, estos tienen una curiosa subida de dificultad en comparación con los niveles. Puedes pasarte toda la zona sin morir ni una sola vez, solo para al final toparte con un jefe que tomará varios intentos antes de poder derrotarlo. Por desgracia, aunque desafiantes, no logran ser divertidos ni interesantes. De hecho, más de uno puede llegar a frustrar por tener alguna fase obtusa donde no sabes que hacer para lastimarlo mientras tratas de esquivar sus ataques telegrafiados. No terminan destacando ni en lo jugable, ni en lo visual.

 Todos para uno y uno para el que la cámara quiera

En Sonic Superstars hay dos formas de jugar en multijugador. La primera es con un cooperativo local donde se pueden unir hasta cuatro jugadores, cada quien seleccionando uno de los personajes, para superar todos juntos los niveles en un sistema que recuerda mucho a lo visto en New Super Mario Bros y sus secuelas.

Sobre el papel es fácil imaginarse a cuatro amigos interactuando entre sí para ayudarse mutuamente a superar los desafíos del escenario, pero en la práctica es todo más confuso. La cámara se aleja para que podamos ver que están haciendo los cuatro jugadores y va alternándose entre ellos sin estar muy segura de a quién debe seguir. Y no la culpo.

El sistema de niveles no está pensado para tantos personajes simultáneos, por lo que al final todos irán en distintos ritmos y terminarán estorbándose unos a otros. Puede pasar que uno de los jugadores esté avanzando diligentemente sobre las plataformas, al mismo tiempo que otro pisa por error uno de los mecanismos que lo manda a volar hasta China. En esos momentos, la pobre cámara hace lo que puede, sin lograr demasiado. El jugador que va adelante se echa hacia atrás a la fuerza y el que salió disparado choca contra un muro invisible.

Tampoco hay mecánicas que fomenten el juego en cooperativo. Los jugadores no se pueden ayudar entre sí, por lo que terminan cada uno tratando de irse por su lado, pisándose unos a otros sin darse cuenta.

Es curioso, pero esto hubiera salido mucho mejor si el modo fuera en línea y no local. Ahí cada jugador tendría su propia cámara, iría a su propio ritmo y podrían dividirse para ayudarse a encontrar los distintos secretos que tienen los niveles (cómo las Esmeraldas), en vez de eso tenemos un multijugador local que falla como concepto.

Donde sí hay partidas en línea es en el Modo Batalla. Aquí Sonic Superstars se convierte en una especie de Party Game donde podremos tener nuestro propio personaje personalizado con elementos que compraremos usando monedas que conseguimos en el modo historia. Las partidas son entre ocho personas (si el juego no consigue jugadores, los reemplaza con bots) y en cada una habrá distintas fases donde obtendremos puntos según nuestra posición. Las fases pueden ser bastante variadas: desde una donde haremos una carrera hacia la meta, hasta otra donde tendremos que evitar caernos por un barranco mientras el escenario envía misiles que destruyen el suelo.

Pasa algo parecido con el multijugador local: la teoría suena bastante bien, pero cuando jugamos lo sentimos como un modo bastante olvidable. No llega a ser competitivo porque el exceso de jugadores y el diseño de las fases hace que todo sea bastante desorganizado. Tampoco se siente como un Party Game porque casi siempre el reto consiste en sobrevivir al escenario y no en enfrentarte a los otros jugadores. La recompensa por ganas son monedas que usaremos para personalizar aún más a nuestro avatar y para subir de puestos en un ranking que, seamos sinceros, no le importa a nadie.

 Conclusiones

Sonic Superstars está muy lejos de ser el mejor juego 2D de Sonic. Ya no es sólo que Sonic Mania le pasa un tren por encima, sino que le falta esa chispa que tenían los títulos originales. Se limita a hacer las cosas “bien”, pero poco más. Incluso en el soundtrack, uno de los apartados más destacados de toda la franquicia, da un resultado bastante tibio.

¿Se puede recomendar si no eres fans de Sonic? Creo que sí. No es una mala puerta de entrada si nunca has disfrutado una entrega del erizo. Los fans más acérrimos lo gozarán tanto por la nostalgia, como por volver a las mecánicas que tanto les gusta.

Por mi parte, me deja algo frío saber que, si volteo a la acera de al lado, puedo ver a un Super Mario Wonder que se encarga de combinar lo clásico con lo moderno para entregar una experiencia que se siente fresca y renovada, mientras que Sonic Superstars se limita a ser solo un Sonic más.