En los años 90, ID Software lo partió con su Doom, y como siempre, cuando algo triunfa y se vende a saco no tardan en aparecer las copias (conocidos como «Doom clones«), algunas de ellas, de hecho, de muchísima calidad. Así, a mediados de aquella maravillosa década, el motor gráfico Build Engine diseñado por Ken Silverman permitió un nuevo avance en el género. Los FPS que aparecían no dejaban de ser Doom clones, pero ahora gozaban de entornos más grandes, más verticalidad y más complejidad, pero sobre todo de una interacción con el entorno nunca antes vista.
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El Build Engine acogió a tres de los mejores FPS clásicos de la historia, el primero podría ser perfectamente Duke Nukem 3D, seguido por Blood ,y el tercero fue el maravilloso Shadow Warrior, desarrollado por 3D Realms. Un auténtico juegazo que trasladaba la acción a entornos salidos de cualquier película ochentera de artes marciales ( de bajo presupuesto, como no) y con un protagonista carismático muy similar a Duke o a Caleb.
Sin embargo, debido a que apareció en 1997, un año en el que Quake 2 eclipsaba a todos los videojuegos de la faz de la tierra, Shadow Warrior permaneció en un segundo plano, llegando a convertirse con los años en un juego de culto. La saga permaneció muerta hasta que, en 2013, la licencia cayó en manos de Devolver y Flying Wild Hog (conocidos por estrenarse con el brutal Hard Reset) así que decidieron darle una segunda oportunidad con un nuevo Shadow Warrior que, hasta ahora, solo ha tenido tres entregas.
Y es esta última la que ha tenido la suerte de caer en mis manos para un análisis. Así que después de todo este rollo que os he soltado para hacer un poco de historia, vamos rajar el juego de arriba abajo como si fuera un perejil, y lo destriparemos con cautela y mucha pasión por el género, a ver si esta entrega es digna de lo que fue Shadow Warrior.
La historia y la evolución de sus personajes
Como siempre, y como debe ser, la historia no es más que una excusa para ir por ahí acribillando y destrozando a todo lo que se mueva.
Shadow Warrior 3 nos presenta un argumento que se continúa de las dos entregas anteriores, con nuestro «shogun corporativo» Lo Wang como protagonista, Orochi Zilla como su archienemigo, que ahora resulta que también es su colega y por último, un demonio milenario que acompañará a Lo Wang con su espíritu encerrado en una máscara. ¡Menudo trío!
Estos tres personajes se embarcarán en una aventura llena de muerte y destrucción para detener a un dragón antiguo, que justamente ellos mismos liberaron de su prisión eterna. Y bueno, se puede decir que pese a su simpleza, Flying Wild Hog se ha esforzado al máximo para seguir perfeccionando el universo de la saga y definiendo aún más la personajes.

En esta entrega encontraremos más cinemáticas (algunas bastante largas) y muchos más diálogos que en las anteriores. Hay que destacar sobre todo el humor característico de Lo Wang y compañía, un humor negro y absurdo que da una personalidad única a los personajes y que lleva siendo un sello de Shadow Warrior desde 1997. Ah, y las frases lapidarias de nuestro protagonista merecen una mención especial, ya que Lo Wang dará muerte a sus enemigos con mucha chulería y referencias a la cultura popular. En serio, estar en medio de un tiroteo y escuchar a Lo Wang cantar el Aserejé entre otras muchas coñas, no tiene precio.
Seguro que algunos os estaréis preguntando si a lo largo de la partida encontraremos los típicos documentos y diarios perdidos por ahí. Bueno, pues no, ya que en este juego los diálogos y las cinemáticas priman por encima de todo a la hora de contar la trama. El problema viene cuando muchos de estos diálogos suceden en mitad de la acción y que, debido a la falta de doblaje al castellano, nos costarán bastante leer. Con lo cual, es posible que la trama de Shadow Warrior 3, aún siendo extremadamente sencilla, pueda incluso resultar difícil de seguir.

De «Doom clone» a «Doom Eternal clone«
El Shadow Warrior de 2013 bebía de los FPS noventeros en combinación con las mecánicas que introdujo Serious Sam. Estas son, por ejemplo, las hordas de enemigos dentro de una misma «arena de combate«, pero conservaba, aunque con escasas reminiscencias, la exploración típica de los FPS clásicos. Vamos, que en aquel juego al menos había que rebuscar un poco por los niveles.
Con la llegada de Shadow Warrior 2 en 2016, la acción dio un giro de 360 grados. Ahora Shadow Warrior pasó de ser un FPS de acción frenética a un Shooter Looter sin alma, aburrido y para colmo, orientado al modo cooperativo. Así que evidentemente, los fans tanto del clásico como del reboot de 2013 mandamos a aquel Shadow Warrior 2 a tomar viento.
Y para esta tercera entrega, Flying Wild Hog afortunadamente ha rechazado tanto como los fans las mecánicas de Shadow Warrior 2, abrazando unas nuevas mecánicas con mucha pasión y muy buen gusto ¡Las mecánicas de Doom Eternal!

Sí, aquel Shadow Warrior de 1997 era un clon de Doom, y ahora Shadow Warrior 3 es un clon de Doom Eternal. Y es que salvando unas escasas diferencias, se trata de una copia exacta de la última obra de ID Software.
Los enfrentamientos se suceden en arenas de combate, el movimiento del personaje es rápido y se requieren constantes saltos y carreras por todas partes en un autentico frenesí de sangre, vísceras y explosiones. Por otro lado los recursos como la salud o la munición se obtienen a base de matar y ejecutar enemigos, cosa que tendremos que hacer constantemente, ya que al igual que pasa en Doom Eternal las armas acumulan muy poca munición. Por ello la base de la acción en Shadow Warrior 3 también va orientada a estar cambiando de arma constantemente.
Pero la acción no solo apuesta por el combate a distancia ¿Qué sería de un ninja como Lo Wang sin su katana? Un arma que, aunque es la única cuerpo a cuerpo de nuestro arsenal, será de gran utilidad en combates a corta distancia y además está muy bien integrada en el control. Pulsa botón derecho del ratón y liarte a katanazos, pulsa botón izquierdo y liarte a tiros, fácil y sencillo.

Shadow Warrior 3 también apuesta por el plataformeo de una forma incluso más intensa que Doom Eternal. Y bueno, aquí al menos las plataformas tienen algo de más sentido (Lo Wang es un ninja que salta y se engancha a cosas) y se integran mejor en los niveles, porque en Doom Eternal a veces no sabía si estaba en el infierno o en el castillo de Bowser.
Sin embargo, aunque el plataformeo es muy disfrutable, sobre todo gracias al buen control que se tiene sobre el personaje, a veces se ha llegado a abusar. Ya al final del juego hay un nivel compuesto solamente por plataformas y algunos otros tienen casi más plataformas que acción.
El caso es que, si bien Doom Eternal es un juego desafiante y que transmite una tensión brutal en todo momento, con Shadow Warrior 3 no sucede lo mismo. Y esto es debido a su escasa dificultad, Shadow Warrior 3 es fácil, extremadamente fácil, y cualquier experimentado en el género no tendrá ningún problema para completarlo en la dificultad más alta. Pese a todo la acción sigue resultando frenética y divertida, pero no tan estimulante como la del juego en que se inspira.

Acero, plomo y… ¿Bioartefactos?
Vamos a hablar ahora de nuestras herramientas de destrucción masiva, un arsenal digno de Lo Wang que no dejará indiferente a nadie a base de hacernos sentir poderosos en medio de la matanza.
Ya os he hablado de la katana, nuestra arma ideal para atacar a corta distancia y triturar a todo lo que se ponga por delante, pero ¿Qué hay de las armas a distancia?
Bueno, son pocas y típicas, pero muy efectivas. Principalmente usaremos el revolver, la escopeta y las uzis dobles, pero también dispondremos de un lanzagranadas, una especie de «railgun«, al puro estilo Quake, conocida como El Basilisco, y una ballesta que lanza discos de sierra. Todas ellas se ven, se sienten y suenan a pura potencia de destrucción.

Las armas se pueden mejorar con puntos de habilidad que hay por ahí repartidos. ¡Ah! Y Lo Wang también puede aprender habilidades nuevas. Estas mejoras están, de nuevo, muy en la onda de Doom Eternal, pero la elección de cual vamos a mejorar no parece ser muy estratégica ni marcar una diferencia significativa en el combate. Vaya, que podríamos pasarnos el juego perfectamente sin mejorar nada y quizás ni lo notaríamos.
Sin embargo, donde realmente destaca el arsenal de Shadow Warrior 3 es en los Bioartefactos. Estos son partes de los enemigos (a menudo, el arma principal que utilizan) que obtendremos al ejecutarlos y se podrán utilizar para repartir cera durante un tiempo limitado. Y, a diferencia del escaso armamento principal, sí que tenemos bastante variedad y originalidad en la selección de estos cacharros; tendremos desde granadas que congelan a los enemigos, hasta generadores de agujeros negros ¡Una auténtica locura!
Así que al final, nos encontramos con un arsenal bastante completo y variado que nos va a flipar a todos los fans del género.

Los enemigos
En este aspecto, va a ser necesario volver a sacar Doom Eternal a la palestra. Y no precisamente porque los enemigos tengan ese rollo «infernal», sino porque vienen a comportarse de la misma manera.
Por ejemplo, en medio de la batalla siempre habrá enemigos de «bajo nivel» bastante débiles y que nos pueden servir para reponernos de salud y munición, ya que además son fáciles de ejecutar. Y en segundo lugar tendremos a los enemigos de «alto nivel«, que son los que verdaderamente suponen un desafío en la matanza. Además, serán estos enemigos los que nos proporcionarán los Bioartefactos en las ejecuciones.
La verdad es que se trata de un aspecto bastante trabajado del juego, porque la variedad de enemigos es muy grande, y además todos tienen su ataque propio. Cuando estamos en combate, tendremos que prestar atención a cómo nos van atacando todos a la vez y, de vez en cuando, también habrá que prestar atención a qué arma usar contra ellos en cada momento.

El diseño de niveles
El Shadow Warrior original, como la mayoría de los juegos desarrollados con el Build Engine, mostraba un diseño de niveles espectacular, con laberintos intrincados, pero lo justo para no perdernos, mucha exploración, secretos, interacción, verticalidad y mucho más.
Sin embargo con esta nueva saga esto se ha ido perdiendo, hasta el punto de que Shadow Warrior 3 tiene el peor diseño de niveles de todas las entregas.
Los niveles son todos y sin excepción, tremendamente planos y lineales, lo que rompe completamente con la calidad que marcó esta saga en su momento. No hay exploración, no hay secretos, no hay caminos alternativos, no hay verticalidad, y la única interacción que tendremos con el entorno será pulsar un par de botones en un nivel al final del juego. Todo se resume a plataformear un poco, entrar en una arena de combate y así hasta la extenuación.

Las arenas de combate corren mejor suerte, estando bien provistas de zonas donde saltar y esquivar a los malos. Pero siguen sin ser tan dinámicas como deberían y el movimiento a través de ellas es siempre demasiado «circular«. Tienen sus detalles eso sí, como unas trampas que se pueden activar (de nuevo, al estilo Doom Eternal). En general el diseño de niveles es bastante pobre.
Es una pena porque la motivación de encontrar secretos, coleccionables, caminos alternativos o cualquier otra cosa que se os ocurra, podría ser un aliciente para rejugar Shadow Warrior 3 en el futuro. Cosa bastante importante porque la duración del título se sitúa entre las 4 y 5 horas, sin tener ningún motivo para volver a él, ya sea pasado un tiempo o recién habiendo terminado la primera partida.

La ambientación y el apartado artístico
En este aspecto el juego también da cierto cambio a lo visto anteriormente. Estamos ante una saga que desde sus inicios nos ha mostrado entornos bastante variados, sobre todo el clásico de 1997, donde destacaban sobre todo los ambientes urbanos, con esa ambientación característica que evocaba a las peliculas de artes marciales de serie B.
Esto también se pudo ver en las dos entregas anteriores, sin embargo, Shadow Warrior 3 opta más por lo fantástico e incluso lo surrealista, cuidando además todos los detalles hasta la extenuación. Ofreciéndonos unos entornos que integran muchos elementos del folclore asiático, en unos escenarios repletos de color y muy pero que muy estimulantes a la vista, pero que parecen sacados de otra dimensión. Sin embargo, como contrapunto vamos a tener mucha menos variedad que en las entregas anteriores.
De hecho, podríamos decir que el enfoque artístico de este juego es el más cartoon de todos, y contra todo pronóstico, no es algo que le siente mal. Todo lo contrario, ya que un juego con un corte tan desenfadado y loco como es Shadow Warrior pide a gritos algo así. Además, la música también acompaña, con melodías bastante folclóricas y otras mas cañeras que suenan en el momento justo de la acción.

Conclusiones
Bueno, pues Shadow Warrior 3 tiene pocos problemas, pero son muy importantes. La dificultad, la duración y el contenido son realmente escasos, siendo un juego que nos va a durar unas pocas horas y luego se quedará aparcado.
Quitando eso, es un título que ha conseguido imitar, de manera bastante decente a Doom Eternal, que era algo que esta saga estaba pidiendo desde hace mucho tiempo. Además, Shadow Warrior 3 nos muestra el lado más loco y salvaje de Lo Wang, personaje ya mítico en el mundo de los FPS y lo sumerge en una aventura con una trama muy efectiva pese a su simpleza. Y es que quizás, esta entrega sea el punto de partida para una futura cuarta parte que vaya a ser la bomba.
¿Recomendado? Bueno, si sois capaces de pasar por alto el precio que tiene actualmente a costa de la poca duración y el contenido, pues sí. Y si os gustó Doom Eternal, pues con Shadow Warrior 3 encontraréis una diversión similar. El juego os divertirá mucho, aunque por poco tiempo.
Shadow Warrior 3
Puntuación Final - 7
7
Interesante
Un buen título que nos dará unas horitas muy locas de diversión. Una pena que el escaso contenido juegue tanto en su contra.