He de decir que comencé Pureya con cierto recelo. Estoy con varios juegos a la vez, y no me apetecía demasiado ponerme con un título de micro-juegos a lo Wario Ware; sí, es el ejemplo que se coge siempre para esta clase de jugabilidad, pero la realidad es que no hay muchos exponentes más visibles… o, al menos, no los había hasta la llegada de Pureya.
Estoy seguro de que conocéis esa sensación de ir a probar un juego solo para verlo empezar, y descubriros bastantes partidas después total y completamente enganchados sin la más mínima noción del tiempo que ha pasado. El concepto de Pureya es tan simple como adictivo, convirtiéndose en un derroche de imaginación y mecánicas simples aplicadas a una acotada jugabilidad de tan solo diez segundos.
Original y adictivo
Pureya, desarrollado por Majoriatto, comienza con una bella cinemática en pixel art (estilo gráfico del resto de la obra también) en la que una niña derrama en el suelo unas canicas que quedan al lado de varios juguetes; esos otros juguetes serán las piezas centrales que ambientan los más de 30 microjuegos que encontraremos. Cada partida a Pureya consta de partidas de diez segundos a diez microjuegos diferentes. Nuestro objetivo en cada microjuego es coger el mayor número de canicas posible, ya sea esquivando globos o árboles, saltando entre plataformas, conduciendo un camión de bomberos o una tabla de snowboard.

La jugabilidad de estos microjuegos es pura y maravillosamente arcade, jugándose tan solo con dos botones con los que podremos saltar o desplazarnos según toque. Un águila que desciende una catarata, una abeja que recorre un campo de peligrosas flores, una barca que debe coger la canica escondida entre los cañonazos de unos piratas, un juego de naves a lo Asteroids, una medusa con un control que recuerda mucho al de los niveles acuáticos de Super Mario… puede que las propuestas no sean delirantes como en Wario Ware o en el fantástico Rythm Paradise Megamix, pero sí imaginativas y variadas.
La decisión de hacer que cada run conste de diez segundos de diez microjuegos diferentes es, simplemente, brillante. Le da al juego un ritmo frenético, haciendo que siempre quieras intentarlo una vez más. Igualmente, la sencillez de lo arcade siempre te pica para querer volverlo a intentar, sobre todo en unos pocos segundos. Como bien dice el refrán, parece que en Pureya “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Para rematar una idea tan perversamente adictiva, contamos con dos factores más: una dificultad dinámica según nuestro desempeño y un Pachinko al final de cada run (con su propia jugabilidad); en esta máquina parecida a la de un pinball, pero llena de obstáculos, habrá una diana a la que deberemos acertar con las canicas, que dispararemos con mayor o menor fuerzas desde los laterales.
Con las canicas que hayamos conseguido durante la partida, podemos obtener nuevas skins, piezas musicales y nuevos microjuegos para que siempre tengamos ganas de volver a intentarlo; hay mucho contenido para desbloquear. La sensación de ganar cosas nuevas cada muy poco tiempo también ayuda a aumentar esas ganas de jugar una y otra vez; por si fuera poco, al ir ganando juegos nuevos se van mezclando y combinando de diferentes formas, haciendo que el agotamiento de la fórmula tarde mucho en llegar.
Por si fuera poco, a nivel artístico Pureya es una preciosidad, con mención especial a la banda sonora. Me vais a permitir explicarlo en términos muy poco técnicos, ya que no soy ni mucho menos un experto en la materia, pero quería dejarlo reflejado en el texto (os recomiendo que lo completéis con el vídeo que os dejo al final del texto, con su compositor hablando de ello con la propiedad que merece). Sus temas de diez segundos comparten un mismo ritmo, pero que cambia ciertas características con cada microjuego, haciendo una transición perfecta entre cada pieza. Una OST tan divertida, alegre y original como el resto de la obra.
Conclusiones
Pureya es ritmo, diversión e imaginación en estado puro. Una master class de lo mucho que puede enganchar hasta el más simple de los conceptos si la ejecución es buena. Además, lo tenéis a un precio que lo hace una compra casi obligada (5,99 €); especialmente recomendado para dispositivos móviles, donde devorará vuestros ratos muertos. A criterio (muy) personal, me hubiera gustado que abrazara una ambientación más surrealista, pero sé que es porque vengo muy influenciado por los otros títulos que he mencionado antes; quizás también se podrían haber implementado, incluso con solo dos botones, mecánicas más diferenciadoras, pero ya es hilar muy fino.
Aparte, me ha servido para descubrir a su creador, Alva Majo, que explica en los vídeos de su canal de YouTube cómo ha ido evolucionando lo que es Pureya actualmente. Muy interesante para los que disfrutamos viendo el proceso creativo de los productos que amamos. También os dejo un vídeo similar, pero del compositor de su OST, que ya os digo que me ha enamorado; de hecho, diría sin miedo a equivocarme que la mitad de la experiencia de Pureya, tanto de diversión como de enganche, se consigue gracias a su estupenda banda sonora.
Pureya
Puntuación Final - 9.5
9.5
Imprescindible
Pureya es ritmo, diversión e imaginación en estado puro. Una master class de lo mucho que puede enganchar hasta el más simple de los conceptos si la ejecución es buena.