Era una posibilidad entre un millón. No que la nave se estrellase y haya que repararla para volver a la Tierra, bastaba con mirar con qué materiales estaba hecha para saber que ese cacharro no aguantaría un aterrizaje ni de coña, sino que el planeta que nos designaron tiene algún tipo de civilización avanzada. La vida inteligente no formaba parte de los planes de Kindred Aerospace, contando también con la de su querido aventurero, y mira que es la 4ª mejor empresa de exploración interestelar del mercado. Al CEO Martin Tweed antepone que sus trabajadores fuesen “vida” antes que “inteligentes”, siempre dentro de unos marcos legales publicitarios. En fin, así estamos nosotros, cautivos en un planeta aún más desconocido que debemos explorar. Al menos será un trabajo honrado… ¡Ja!
Los beneficios de trabajar para Kindred
Journey to the Savage Planet es una ópera espacial (y especial) con tres virtudes muy claras: 1. Exploración y gusto por lo desconocido, 2. Humor ácido de abajo hacia arriba y 3. Cooperativo para dos o juego en solitario igual de divertidos. El o la protagonista, sujeto genérico mudo, experimenta su primer día de trabajo con un aterrizaje forzoso en un planeta alejado y con el deber de informar a Kindred sobre los descubrimientos que vaya haciendo. Esto abre un sandbox con mucha libertad de exploración y varias vías por las que avanzar. Los escenarios se diferencian mucho entre sí, son vívidos y, como se podría esperar, cada uno cuenta con su propia flora y fauna.
Typhoon Studios, el equipo indie desarrollador, se burla del sistema capitalista con dosis de humor burdo y directo con, en ocasiones, detalles más sutiles que le dan un halo más irrisorio al panorama. La mayoría están dentro de la Javelin, a través de los mensajes del ordenador, vídeos promocionales y EKO, la IA de bajo presupuesto que nos acompañará con comentarios que solo una IA de bajo presupuesto podría dar.
Es tragicómico controlar al primer humano que pisa un nuevo planeta y que sea para allanar el camino para su colonización. Sin ir más lejos, la primera mejora que obtenemos es una pistola y, bueno, te puedes imaginar para lo que la usaremos. Ya que la pobre Tierra está ahora mismo en las últimas, la gente prefiere ir buscando alquiler en algún otro planeta.

Por un lado está la parte humana, cargado de sátira y placeres culpables como dar bofetadas a todo lo que pillemos por delante, y por otro lado queda la parte salvaje, la cual reserva la exploración, el misterio del planeta, el plataformeo y la acción. Son espacios medianos con muchos detalles y secretos que siempre ofrece mejoras, cosas que escanear y rutas que recordar para cuando tengamos el ítem necesario que acceder, así que también tiene un poco de backtracking.
En Kindred se preocupan por tu salud y bienestar
La paleta de colores es muy viva, algo sobria con las ruinas alien y con tonos más chillones para los animales y las plantas, para que destaquen del fondo. Las interactuaciones pueden ser tirando a mínimas, reduciéndose muchas veces en “mata a ese bicho” o “escanea ese material”, pero la emoción durante el primer encuentro siempre está presente; Al fin y al cabo, se tratan de biomas, flora y fauna nunca vistas, creadas con mucho detalle, y si investigamos sus propiedades podemos sacarles partido de alguna manera.
A las desventuras de nuestro currante medio de exploración interespacial se suman otros elementos. Journey to the Savage Planet también es un first person shooter (si bien solo llevas una pistola), un juego de puzles y un plataformas con profundidad y, sobre todo, verticalidad. Es cierto que acudimos bastante a la pistola para destruir obstáculos y cazar animales, y también hay algunos rompecabezas que te llevarán un rato resolver, pero tanto lo uno como lo otro no serían nada sin ese agradable plataformeo.

Los monstruos hostiles y los bosses finales de cada área son amenazantes porque no se les puede matar disparando y ya, sino que tenemos que movernos para acertarles en su punto débil. Y respecto a los puzles, son sencillos, reducibles a una especie de gymkana en la que encontrar la llave escondida. En este aspecto, me hubiera gustado tener algunas partes de acción y de pensar más desafiantes, pero al menos no interrumpen el espíritu aventurero, y ambas recurren mucho al comentado plataformeo, donde relucen un control estupendo del salto, bastante permisivo con los agarres en las superficies y la posibilidad de alcanzar zonas bien con una mejora desbloqueable o usando la cabeza.
Ten un desarrollo profesional ameno con Kindred
En Journey to the Savage Planet no hay mapa, y ni falta que hace. Los espacios son recordables y tienen buenos atajos, dando una mayor sensación de aventura, dejando que todos los descubrimientos los veamos nosotros mismos, uno tras otro. Además, esto provoca que seamos más conscientes de nuestro alrededor, a prestar atención no solo a lo que tenemos delante, sino a los lados, arriba, abajo y detrás. Igualmente, y ya que sería duro ir completamente a ciegas, podremos marcar en el menú que misión queremos seguir y se nos marcará un símbolo que indica dirección y distancia del próximo objetivo.
Cada mejora significa explorar con mayor eficiencia el mundo, combatir mejor, llegar a puntos nuevos y desbloquear atajos
Nos topamos con mayor linealidad con el progreso de las mejoras. Gracias a una maravillosa impresora 3D tenemos un lugar en el que gastar los materiales que iremos recolectando para crear, eso, mejoras. Mejoras que nos permitirán hacer más tareas, que luego desembocarán en conseguir más y mejores materiales con los que hacer más mejoras y… de nuevo… tareas. Aunque lo parezca, esto no es una queja; quiero decir, es el funcionamiento estándar de casi cualquier juego con crafteos y exploración, pero Journey to the Savage Planet se regodea y aplica la mecánica con el humor marca registrada, casando perfectamente con el capitalismo satírico de Kindred. Además, algunas mejoras son opcionales y es en lo que invertiremos principalmente la aleación alienígena, el material más raro del juego, para facilitar nuestro viaje.
Conclusiones
Antes de poner el apunte final, creo conveniente resaltar una situación por lo que pasaremos todos, la cual resume esencialmente el título. Los globopájaros, la presa más común, es una especie que si no se extingue es porque se reproduce como una familia endogámica de conejos mutantes. Al principio los ves y te dan ternura, pero, si viste el tráiler (y si no te percatarás por tu cuenta), son una fuente fácil e inagotable de carbono. Ahí ya pensamos, aunque sea por unos segundos, que estamos atrapados en un lugar inhóspito en el que puede haber amenazas, así que más vale estar preparado con el material más prolífero del universo… Y de paso ayudamos al ecosistema con la sobrepoblación de globopájaros.
El primer título de Typhoon da para unas buenas 15 horas y es ambicioso. Toma el género de ciencia ficción y aventuras en el espacio y aplica un humor de cosecha propia para distender junto a momentos de misticismo e impacto visual enormes para emocionar y captar nuestra atención. Diría que dos de sus claves son los escenarios extravagantes y las herramientas desbloqueables que facilitarán nuestra investigación. No olvidar que en este juego también somos ‘jefes cemtificos’.

Journey to the Savage Planet deja espacio para centrarte en la línea principal de la historia e ir a piñón o tomártelo con calma, yendo más lento, pero haciendo acopio de los numerosos secretos ocultos del planeta. ¿Está habitado por una civilización perdida o qué demonios pasa? ¿Y contará el tiempo que esté atrapado en el planeta como horas de trabajo extra? ¿O igual Kindred ni siquiera lo entiende como horario laboral?
Journey to the Savage Planet
Puntuación Final - 8
8
Recomendado
Un doble A con todas las de la ley. Ambientación embriagadora, momentos desternillantes, un misterio interesante y una serie de tareas que pueden inundar el menú por cantidad, pero solo abruman por las posibilidades que aún tiene que ofrecer, y puede que no nos hayamos dado cuenta, el planeta salvaje.