Gods Will Fall – Análisis PS4

La realidad que comparten aquellos jugadores que no se conforman con el camino más corto o sencillo puede ser muy dolorosa, pero pocas veces se disfruta mejor y muchos lo sabemos. Al fin y al cabo, es similar a lo que ocurre cuando nos adentramos en cualquier obra de terror (de las buenas, por supuesto), pues buscamos pasarlo rematadamente mal para poner a prueba nuestro aguante y, acto seguido, celebrar una victoria que sabe mejor que ninguna otra tras haber pasado por lo peor. ¿Acaso no es esa una de las mejores sensaciones que podemos llegar a experimentar cuando estamos a los mandos?

Desde Clever Beans parecen saber de sobra que no hay que subestimar una buena dosis de dificultad a la hora de armar un buen videojuego, así que han decidido desarrollar y proponer un nuevo desafío que prometerá estar a la altura de las manos más hábiles y las mentes más pacientes. ¿Estará su propuesta a la altura de lo esperado?

 Lucha, muere, repite

El contexto en el que nos sitúa Gods Will Fall no tiene ningún misterio, a diferencia de otros títulos del mismo estilo que casi requieren un máster para poder ser comprendidos a la perfección. Resulta que la humanidad está harta de servir ciegamente a divinidades que solo muestran crueldad hacia ellos, así que un clan de ocho guerreros se ha dispuesto a partir hacia territorio de grandes y feroces bestias para acabar con el longevo reinado de estos dioses tan odiados y temidos a la vez. Quien sea capaz de utilizar un arma y ofrecer su vida por la libertad tendrá lo que hay que tener para someterse al mismísimo infierno y sobrepasar todos los peligros. Más allá de unos desesperados gritos de guerra, la supervivencia del grupo dependerá únicamente de tu desempeño en las peleas y tus decisiones a lo largo del viaje.

Para completar tu misión y salir victorioso necesitarás superar un total de diez mazmorras repletas de todo tipo de criaturas y secuaces mortíferos que desafiarán airadamente tu paciencia, la mayor de las virtudes cuando se trata de superar los obstáculos más duros. Tienes a tu disposición un número limitado de luchadores, cada uno con sus propias estadísticas, estrategias, diseños y armas, por lo que tendrás que elegir correctamente a quién te quieres llevar, y te aseguro que dar con la tecla adecuada no va a ser nada fácil. Desde una maza extremadamente pesada pero muy poderosa hasta una lanza para atacar rápido y aprovechar las distancias, eres tú el que escoge.

Es aquí donde entra esa mecánica con la que muchos empiezan a temblar tras escucharla, la muerte permanente. Hay que tener en cuenta que cada partida va a ser distinta y que, por lo tanto, es nuestro deber trazar la ruta más recomendable para gestionar como es debido a nuestro grupo. Si por alguna razón entramos en un lugar mucho más complicado de la cuenta y fracasamos, podemos mandar a alguien al rescate, pero esta puede ser una muy mala decisión si no tenemos a nadie lo suficientemente fuerte. ¿Es mejor probar suerte en otra parte o arriesgarse y recuperar a los que se han quedado atrapados? Pase lo que pase, si perdemos a todo nuestro equipo nos toparemos con el peor de los finales, empezar la travesía desde el principio.

Estamos ante una propuesta mucho más completa de lo que parece a nivel jugable

También tenemos que tener presente que somos nosotros los que escribimos nuestra propia historia; es decir, cada campeón mostrará un comportamiento completamente diferente que afectará de manera positiva o negativa dependiendo de la situación. Pueden llegar a sentirse tan aterrorizados que no podrán rendir al máximo o motivados por el deseo de matar o por ayudar a alguien que ya prestó anteriormente su mano.

Puede que estas mecánicas pertenecientes a los rpg y a los roguelike mantengan alejado a más de un jugador, pero es ahí donde reside parte de su encanto, donde caeremos en la cuenta de que estamos ante una propuesta mucho más completa de lo que parece a nivel jugable que no cae en la constante repetición (no confundir con frustración) gracias a su capacidad de sorprender en cada nueva partida con enemigos que se generan aleatoriamente y una curva de dificultad cambiante.

El sistema de combate, por otro lado, probablemente resulte a gran parte del público muy familiar, pues su mayor y más clara influencia es la archiconocida saga Souls, un estilo fácil de aprender pero difícil de dominar que, sin ser perfecto, es capaz de enganchar a cualquiera que decida darle al menos una oportunidad.

Los controles se basan principalmente en un botón para esquivar (hay que hacerlo en el momento exacto para no recibir una buena paliza por parte de nuestro oponente), un ataque fuerte o moderado, un espacio para guardar y usar objetos útiles para nuestro guerrero y el famoso parry, que nos servirá para ejecutar un contraataque mientras  importantísima ventaja.

Además de esta clásica distribución, también podemos recuperar parte de la vida que nos han quitado dependiendo de los golpes asestados y ya de paso aumentar durante un tiempo nuestras habilidades, aprovecharnos del entorno para matar a un despistado grupo de esbirros o lanzar ciertos elementos que encontraremos tirados en el suelo. Conocer todos estos detalles y saber aplicarlos de forma oportuna es clave para evitar la muerte y no perder demasiado.

Si bien no es nada que no hayamos visto antes, es innegable que su jugabilidad nunca llega a ser tosca y que las posibilidades que ofrece tanto ofensivas como defensivas dan pie a varias horas de entretenimiento explorando tierra de muertos y enterrados.

Sin embargo, el principal problema que arrastra en este aspecto es que en muchas ocasiones nos bastará con aporrear uno o dos botones sin preocupación para matar a nuestro objetivo, ya que a veces la inteligencia artificial muestra un comportamiento algo errático y le da por realizar movimientos torpes o no defenderse de nuestras acometidas. Eso sí, tampoco te confíes demasiado porque te puedes llevar una sorpresa desagradable; quién avisa no es traidor.

No pasa lo mismo con los jefes finales, los protagonistas del show, las mismísimas deidades. Estas fases suelen ser las más desafiantes, aunque también depende de a quién nos estemos enfrentando. Hay algunos dioses que son asequibles en comparación con otros que son un dolor de cabeza y sacarán lo peor de nosotros si nuestra fortaleza mental se derrumba. En general, son peleas emocionantes y bien planteadas que dejarán satisfechos a todos aquellos que se han criado derrotando a colosos con una barra de vida más grande que la del protagonista y una fuerza bruta mucho mayor. Si vuestra prioridad es debilitarlos para amenizar este último tramo, tendréis que hacer papilla al mayor número posible de enemigos, no hay otra.

 Escenificar la mitología

Uno de los puntos más fuertes de este juego es, sin duda, su apartado artístico. No hablamos de unos gráficos realistas a más no poder de nueva generación, hablamos de transmitir mucho con poco, de representar de un modo no muy común pero eficaz la esencia de la mitología celta, porque parece que este juego siempre guarda un momento para crear una escena perfecta para un inexistente pero posible modo foto, como si la cámara que sigue a nuestro personaje tuviese vida propia y se colocara en el lugar y momento exactos para contemplar un plano de esos que atrapan tu mirada.

Gran parte de la culpa la tienen los escenarios, que presentan un diseño muy logrado y original que, junto a una banda sonora que no enamora pero cumple su función con creces, ayudan enormemente a potenciar una ambientación asfixiante y perturbadora a la altura de los horrores que su historia nos cuenta. A eso podemos sumarle también un apartado técnico cuidado que no ofrece problemas más allá de ciertos adversarios que se quedan atascados en alguna parte de las diez guaridas o algún golpe que no tendríamos que haber recibido. Un bestiario listo para exprimirse sin demasiadas fisuras.

 Conclusiones

Gods Will Fall es una opción muy recomendable si te gustan los juegos de exploración de mazmorras o los soulslike. Su conseguida ambientación, su sistema de combate adictivo y sus estupendas mecánicas de gestión son motivos más que suficientes para probar nuestra perseverancia en un título que, desde luego, no va a ser ningún paseo por el campo. No ha inventado la rueda ni ha revolucionado el género, pero poco importa en una industria donde la diversión se impone ante todo lo demás.