Godfall – Análisis PS5

La salida de PlayStation 5 es muy especial, porque entre muchos otros temas estamos ante el catálogo de salida más llamativo de la historia de Sony. De normal estábamos acostumbrados a tener juegos algo pochos o poco representativos, pero esta generación hemos empezado con verdaderas joyas.

Por desgracia no todos los juegos han salido con el mismo feliz resultado y por eso vengo a hablaros de Godfall, una obra con muy buenas ideas y detalles muy bien hechos, unidos a un diseño bastante pobre y una concepción del videojuego que, aunque intenta sumarse a lo que está de moda, queda completamente anticuada.

 La caída

El argumento principal gira entorno a la traición. Macros, en su ambición de querer convertirse en un dios, se la juega a su hermano Orin y le vence en batalla. Este al verse derrotado pero sin llegar a morir, se jura que detendrá a su hermano y aquí empezaría todo. Aunque no es un argumento muy original visto desde la perspectiva del inicio del juego, se ve como algo interesante que nos va a deparar una intensa historia. Algo que por desgracia no pasa.

El mayor problema de Godfall es que la historia es excesivamente funcional, encaminada a lanzarnos al combate, ya que todo acaba careciendo de importancia y se diluye cuanto más avanzamos. Además, la narrativa está muy poco cohesionada y mal distribuida, dando muchos momentos en los que no sabemos bien que está pasando y tampoco nos importa mucho.

Todo esto podría carecer de gravedad, ya que no es el primer juego que pone la historia como excusa. Pero el problema es que no es el único apartado que flojea, y además en algunos puntos parece que este se toma muy en serio a sí mismo, dando como resultado una sensación de confusión y hastío provocada por su falta de profundidad y estructura.

 Buenas ideas, mal construidas

La intención clara o al menos más aparente de Godfall es ser un juego basado en conseguir equipo continuamente y que esto nos incite a seguir jugado. Y como el sistema de combate es físico sus creadores lo definen como “looter-slasher“. El problema de estas decisiones de diseño, es que pueden condicionar mucho a tu juego y si no preparas bien el terreno puedes acabar, como en este caso, con un juego que aparentemente puede parecer interesante, pero en el que prácticamente cualquiera podrá darse cuenta de que está mal construido.

La construcción de un juego o más bien su diseño es algo que pueda llevar a debate, pero lo importante al final es el resultado en cuanto a las sensaciones que provoca y si invita a seguir jugando y a divertirse. En este caso Godfall, por desgracia, no invita a nada de esto. Si bien tiene unas grandes ideas y la ejecución de técnicas es muy vistosa y está desarrollada, el conjunto de estas en lo que podríamos llamar conjunto del combate, no crean las sensaciones que se podría esperar de ellas. Al menos no a medio largo plazo.

Según avanzamos y entendemos mejor el combate, nos damos cuenta de que está demasiado anclado en mecánicas de hack and slash que no precisan de mucha estrategia

La primera vez que combatimos vemos que el sistema es fluido y según ganamos habilidades pensaremos que, de una manera bastante satisfactoria, estas nos transmiten sensación de variedad y crecimiento. El problema es que según avanzamos y entendemos mejor el combate, nos damos cuenta de que está demasiado anclado en una especie de mecánicas hack and slash, que no precisan de mucha estrategia, volviéndose así el juego en algo disperso, donde nada importa realmente mucho. Esto se nota de verdad cuando nos enfrentamos contra enemigos fuertes o jefes. Lo que debería ser el punto álgido de las mecánicas que desarrollamos, se convierte en algo que recuerda un poco al atacar y rodar de Dark Souls, pero sin la gracia de este, cargándose por completo esa fluidez que habíamos estado apreciando.

Al poco notable desarrollo del combate, se le suma el concepto de los objetos que nos ofrece Godfall y su relación con nuestra progresión. Hay relativa variedad con diversos efectos, aunque estos no determinan nuestro aspecto, ni tienen un efecto visual sobre nosotros, salvo en las armas lógicamente, las cuales por suerte son de aspecto vistoso y variado. Además estos se combinan con un sistema de niveles interesante en la teoría, que tratan de crear una sensación de progresión sacado de los RPG. El problema acaba siendo cómo conformamos el equipo y nuestra progresión. Algo que no es único de este juego ya que pasa en muchos otros, pero aquí es francamente sangrante. Con unos elementos muy básicos y un desarrollo de personaje que acaba importándonos poco, todo en parte, porque no están suficientemente cohesionados con el propio diseño del juego.

Y aquí es donde nace el verdadero y principal defecto de Godfall en su diseño como videojuego y por lo tanto en cómo se desarrollan sus mecánicas en sus niveles. El juego intenta tener una estructura, o al menos eso quiero pensar, pero el resultado real y palpable es que esta no se ve por ninguna parte. Está tan centrado en ser guay y en que uses sus técnicas de combate tan molonas, que pierde por completo la perspectiva de que la idea principal es que pases horas en él, haciendo que avanzar si bien no es difícil, acabe siendo puro trámite para seguir con la pelea. Una pelea que como he comentado antes, más pronto que tarde, pierde la frescura y el interés.

Por desgracia, una de las cosas que podría salvar el juego y hacerlo mucho más atractivo, el modo multijugador, no tiene ningún tipo de matchmaking y depende de nosotros tener amigos con los que jugar. Esto es un inconveniente muy grande, ya que limita por completo lo que podría haber sido el gancho del juego. Unas partidas divertidas con más gente y de fácil acceso.

 Una carcasa vacía

La belleza es una apreciación subjetiva de las cosas, puedes dar tu impresión desde tu punto de vista y al mismo tiempo otra persona no compartirla. Dicho esto, empezaré diciendo que el juego aparentemente es bonito. Los tráilers, los gameplays y el primer impacto que te crea, es de ser un juego con graficazos, un portento de la técnica. Pero según juegas te acabas dando cuenta de que eso no es del todo real.

Si bien los escenarios parecen tener muchos colores y las armaduras de los personajes son muy llamativas y detalladas, es posible que cambiemos de opinión respecto a ello según avancemos. Porque además de cómo hemos comentado antes un mal diseño de niveles, pronto nos daremos cuenta de que el juego utiliza muchos efectos visuales y de iluminación con una saturación muy elevada y sin claro criterio estético. Es como si los diseñadores jugaran con unas herramientas que no dominan bien y pensaran que usarlas a destajo es lo que mejor queda. Esto también se ve con el uso de las armaduras, las cuales da la sensación de que existen porque no quieren o no saben modelar personajes con expresividad, caras, etc. , algo que se hace extensible al diseño de los enemigos. Un recurso muy utilizado en el pasado, pero que suma a esa sensación de juego anclado en conceptos obsoletos, donde ellos se centran en que luches sin ton ni son y donde diseño y estética, no sirven más que a este fin.

Por último, la banda sonora, si bien no es particularmente destacable, intenta ser épica y al menos dar algo de ambiente, aunque otra vez caemos en que acaba siendo genérica y con poca personalidad, como si tratara de tener algo de relevancia, pero no demasiada, ya que no sirve más que para crear ambiente.

 Lo que pudo ser y no fue

Puede que el análisis haya sido muy negativo, pero eso no quiere decir que en sí Godfall sea un mal juego. Es una obra cuya mecánica principal entretiene bastante y nos puede dar varias horas de diversión.

Su mayor problema es que es muy poco ambicioso y en general el nivel está bastante alto. Por lo que, en la feroz batalla por ocupar nuestro tiempo, no tiene ninguna posibilidad. Y no es por falta de buenas ideas ya que estas existen, pero al final sin un buen trabajo de diseño y cohesión no pueden ni si quiera acercarse a todo lo que podrían haber sido.