Un relato inefable de los inexpresables momentos divinos de la verdad; este es el subtítulo de Everhood, traducción de “An ineffable tale of the inexpressible divine moments of truth”, un indie en pixel art que nos sumerge de golpe en un mundo extraño. La cuestión aquí es que va a ser difícil, aunque no imposible, poner en palabras un análisis a la altura, no porque sea una historia compleja ni nada por el estilo, sino porque la experiencia de cada jugador puede variar tanto de una a otra que compartir solo mi ángulo sería como contar una de las más partes de un suceso único. Y la cosa se complica cuando no puedo (ni quiero) soltar spoilers, porque Everhood da un giro estupendo que lo hace desmarcarse de muchos otros títulos.
Para que nos entendamos, es uno de esos juegos que juega con las expectativas del jugador, un clásico dentro de unos cuantos indies de nicho y al que se puede meter mano, por ejemplo, rompiendo la cuarta pared, creando capas narrativas cada vez más profundas, usando elementos externos al juego como páginas web o códigos BIDI, reinterpretando la información en una segunda partida… Pues la obra de Foreign Gnomes busca volarnos las cabezas con la más pura introspección. Es una ejecución sencilla, pero precisamente por eso hace que nos esforcemos más en comprender qué hemos estado haciendo todas estas horas delante de la pantalla.
Primero, el núcleo jugable
Por tratar de encauzar el tema antes de irme por las ramas, es mejor defina los “qué” y “cómo” de Everhood, y luego ya le daremos manga ancha al “por qué”. El indie nació de la interacción de dos mentes, las de Chris Nordgren y Jordi Roca, que comentaban cómo se podría hacer un videojuego que fuera un combate musical sin ser exactamente un juego de ritmo como Elite Beat Agents. Tras no mucho tiempo salió Everhood, inspirado en la estética en 8 bits y mundo misterioso de Undertale junto a un sistema de combate que toma literalmente la base de los Guitar Hero y le da la vuelta.
No es que debamos pulsar las notas en el orden, sino esquivarlas, porque son los ataques de los enemigos a los que iremos haciendo frente, una idea que encapsula muy bien los puntos fuertes del juego: original y sencillo. Tenemos cinco espacios entre los que podemos movernos y saltar. Eso es todo. El enemigo combará ataques al ritmo de su theme y el objetivo es que no nos maten. Nuestro personaje puede llegar a encajar hasta tres, aunque nuestra barra de vida se va regenerando si no nos tocan más veces. A poco que tengas experiencia con videojuegos, la mecánica resulta tan orgánica como di fuera un plataformas en raíles.

El por qué de lanzarnos a este periplo es tan sencillo como recuperar el brazo de nuestro personaje, Red, que ha caído en manos de un tal Gold Pig. Es el móvil que nos impulsa y que nos hará viajar por los escenarios de Everhood, y como en todo viaje del héroe, podremos conocer a un elenco de personajes variopintos, a cada cual más excéntrico, lo que le da un aire más personal a cada uno. Depende de si contamos NPCs con dos líneas de diálogo y jefes secretos, me salen a cuenta unos 50 individuos, un número sorprendente para la duración del juego (entre siete y diez horas en función de qué final se consiga).
Parte de la gracia es conocer y enfrentarse a la gente de Everhood, pero desde muy pronto el juego nos deja claro que hay algo más que acecha este mundo, más hondo y que el ojo no deja ver. Recuperar el brazo es la prioridad, pero una vez lo consigamos, ¿qué? ¿Haremos buen eso de él? ¿Conoceremos la verdadera naturaleza del lugar? Pero más importante, ¿llegaremos a hacer algo al respecto?
Como adelantaba, entre los cinco niveles de dificultad no se alteran los ataques, sino la barra y regeneración de vida de Red
Segundo, el núcleo de Everhood
Yo simplemente seguí la corriente a la voz que me propuso. Es parte del videojuego, pero sin romper ninguna convencionalidad, es determinante para comprender este mundo desconocido con música de colores, secretos que dan destellos de la verdad y unas inquietantes figuras que me susurran acabar con todo.
Se trata de bajar a la tierra una situación muy concreta: ¿Qué pasaría si el tiempo o la humanidad dejaran de importar?
Llegado a lo que sería la segunda mitad, el viaje del héroe pasa a ser otra cosa. Quería avanzar en el juego, cosa normal para ver lo que me queda, pero al mismo tiempo sabía que no era nada bueno. Bueno, saber, lo que se dice saber, no lo sabía a ciencia cierta, pero era una corazonada. Everhood sabe perfectamente plantar en el jugador la semilla de la duda. No diría que es algo tan directo como que mete terror, sino una inquietud que, hasta ahora, nunca había estado ahí, como la sensación de que todo está a nuestro control, pero sin saber qué hacer. No porque la narrativa sea compleja, que ni mucho menos, sino porque realmente plantea un dilema interesante que gira en torno a la vida, la muerte, la responsabilidad y la culpa.

Sin embargo, hay algunos puntos de la historia que, si bien sirven para reafirmar a algunos personajes, a otros simplemente se les recicla sin añadir nada. Me pareció una pena que, de estos 50 personajes, al final tengan realmente relevancia como 10, y de estos 10, hay algunos personajes que no me terminan de convencer sus interacciones, como Purple Mage y Brown Mage. Y no es por falta de tiempo o talento, porque Forest Spirit puede ser uno de mis favoritos y, sin embargo, solo se tiene un diálogo y una batalla con él. O ella… Elle. Ese.
Sin olvidar el apartado artístico
Everhood también es un musical de 8 bits, con una banda sonora increíblemente variada (desde sintetizador hasta epic metal) que nos mete de lleno en el estilo de pelea de cada personaje y nos sumerge al navegar por sus escenarios. Hecho en falta algunas tonadas más emotivas, pero el subidón de adrenalina sigue encajando perfectamente en las luchas musicales, que se desarrollan con los diálogos ocasionales que salen de los personajes. La verdad es que también es una limitación fuera de las batallas, porque no hay mucha oportunidad de entablar suficiente relación con los personajes para entender mejor sus perspectivas salvo la de unos pocos.
Los juegos de luces y colores, y las notas semi-ocultas de la trama dan mucha vida al mundo. También tiene momentos psicodélicos que dejan boquiabierto. Al final, unos de los puntos fuertes de Everhood es que nos podemos sentir que estamos en sintonía con la música sin tener necesariamente que focalizarnos demasiado en dar en la tecla en el momento justo, como en los Guitar Hero.
Y a todo esto, en el menú de inicio también cuenta con un constructor de canciones en fase Beta usando un segundo programa de Unity externo al juego (al menos en PC, la plataforma analizada). Es flipante porque te vienen todas las herramientas e instrucciones, y aunque estén en “crudo”, de verdad que se pueden sacar luchas musicales igual de competentes que las del propio título si se le pone empeño. Después de pasarse la historia y disponer de tiempo, ¿no querrías hacerte tu propio desafío y colgarlo en foros o pasárselo a amigos que también tengan Everhood? Con Battle Custom es posible.
Conclusiones
Si te pasa como a mí, que me conocía los entresijos de Undertale, subvertirá aún más tus expectativas
Los personajes y escenarios son estrafalarios, manteniendo una fina línea entre el absurdo y lo inesperado, una veces desembocando en diálogos tontorrones y otras en luchas contra deidades. Su similitud artística con Undertale puede captar la mirada de muchos, pero este juego levanta su propio mensaje y propósito más allá de la obra de Toby Fox. Por desgracia, no cuenta con traducción al español, incluso cuando unos de los integrantes principales, Jordi Roca, es de la península, pero a poco que te defiendas en inglés, francés, japonés o chino recomiendo probarlo a ciegas, sin saber qué saldrá a continuación.

Everhood está disponible en Switch (14,99 €) y PC (9,99€), disponible con opción para personas con fotosensibilidad, daltonismo y no experimentados con videojuegos, convirtiéndolo en un indie muy accesible sin necesidad de toca en exceso el núcleo del juego: la ardiente necesidad de esquivar velozmente los ataques enemigos, solo que como si estuviéramos dentro del marco de un Guitar Hero.
Everhood
Puntuación Final - 8.5
8.5
Recomendado
Everhood es una aventura musical atípica que juega con las expectativas del jugador usando humor absurdo, diseños estrafalarios y momentos de absoluta grandilocuencia. La narrativa es un poco apresurada, pero los puntos de inflexión son de lo más original sin tener que recurrir a idas de olla (al menos no demasiado grandes)