La Muerte, esa enigmática figura que nos llama la atención y nos aterroriza a partes iguales. Y es que, ¿quién no querría saber lo que se siente decidiendo quién vive y quién muere al menos por una vez? Esto mismo debieron pensar los de Placeholder Gameworks para desarrollar Death and Taxes, un simulador donde la narrativa es la reina y que bebe de obras como Papers, Please o Beholder. Originalmente publicado en 2020, nos llega al fin a consolas Xbox, eso sí, sin idioma español.
Y como la muerte es inevitable, el juego comienza con la muerte del jugador. Pero no creas que por haberla palmado vas a poder descansar al fin, que va… has ganado un billete para una suerte de mega corporación del Más Allá dirigida por Destino, donde pronto aprenderás que acabar con la vida de un ser vivo no es tan sencillo como parece. Existen multitud de departamentos y tú no eres más que otra Parca más, un engranaje más en medio de esa gigantesca cadena que según tu nuevo jefe, equilibra el universo. Pero puedes elegir tu aspecto, no son tan crueles.

Un trabajo de oficina para toda la eternidad
La mecánica de Death and Taxes es muy sencilla: toda tu vida se concentra en un edificio que te ahorrará usar el transporte público pero te hará cuestionarte si vivir (o morir) para trabajar es realmente vida (o muerte). Durante 28 días, que es lo que dura una partida completa, saldrás de tu apartamento por las mañanas para ir a la oficina. Es en tu escritorio donde encontrarás una carta donde se te darán las instrucciones a seguir ese día. Normalmente especificarán cuantas personas tienen que morir y si deben o no cumplir algún requisito (como ser de determinado gremio o tener cierta edad). También tendrás una serie de expedientes de distintas personas en las que encontrarás, además de su foto, su nombre, edad, profesión y un pequeño resumen de su vida.
Teniendo esto en cuenta, tu trabajo consiste en marcar quién vive y quién muere basándote en las instrucciones y tu propio criterio. Al principio las elecciones son relativamente fáciles, pero van complicándose cada vez más, especialmente cuando debe morir gente joven o que parece prometedora, en especial si es para que viva gente de dudosa reputación. En este punto el juego le hace plantearse al jugador una serie de aspectos morales sobre sí mismo que en raras ocasiones se nos presenta en nuestro día a día.

Tras terminar nuestro trabajo, enviaremos los expedientes por fax y subiremos al despacho de nuestro jefe, Destino, con quien tendremos una breve conversación acerca de cómo ha ido nuestro día. Las opciones de respuesta no son muy amplias pero hay rango para interpretar distintos papeles, desde la Parca torturada por tener que quitarle la vida a personas inocentes hasta la Parca «yo solo hago lo que me dicen». Es interesante jugar varias partidas, sobre todo por ver las diferentes respuestas que Destino nos puede dar, aunque eso sí, siempre se nos suele hacer hincapié en lo importante de nuestro trabajo y en que no somos nosotros quien realmente matamos a esas personas, sino que son sus acciones previas lo que les ha llevado a ese punto.
El equilibrio del mundo depende de a quién decidamos salvar o sacrificar y esto se ve reflejado en las noticias que podemos leer en nuestro móvil por las mañanas, donde recibiremos titulares referentes a muertes que se han producido o sucesos que tienen que ver con personas a las que hemos dejado vivir.

Tras esta conversación saldremos del despacho de Destino con unas monedas como pago por nuestro trabajo y podremos ir a ver a Mortimer, un vendedor de objetos extraños que sirven desde cosméticos para nuestra Parca hasta artilugios que pueden ayudarnos en nuestra labor de extinción de una forma u otra. Ojo con esto, porque a veces encontraremos gracias a esto que las instrucciones que nos da nuestro jefe puede que no sean las más correctas. ¿Qué haremos, entonces? ¿Obedecer a la mano que nos da de comer o hacer lo mejor para el mundo?. También tenemos la opción de visitar un bar los fines de semana donde tomar algo y socializar con compañeros de trabajo de otros departamentos. Vamos, que llevamos a rajatabla eso de «de casa al trabajo y del trabajo a casa».

La deshumanización en la burocracia
Me pareció realmente sorprendente como al empezar a jugar a Death and Taxes me tomaba muy en serio mi labor, dividiendo los expedientes en montones de «debe morir seguro», «quizá» y «gente que salvar». Me costaba mucho tener que escoger a alguien para que muriera porque no dejaba de pensar en el futuro que le estaba arrebatando no solo a la persona, sino al mundo. Y es que al leer los titulares de las noticias que nos llegan al móvil, a veces vemos como una persona hace algo que afecta a muchos, para bien o para mal. ¿Era mejor que muriera esa persona que llevaba sin hogar años pese a sus esfuerzos o la brillante estudiante que ha logrado entrar en la universidad con una beca? ¿Cuál de los dos merece más vivir? ¿Cuál aportaría más a la sociedad?
Lo que sucede cuanto más juegas es que acabas por tomar esas decisiones con un poco más de indiferencia. «Al final yo solo soy una Parca, tampoco es culpa mía que estos expedientes estén sobre mi mesa». «Yo elijo el mal menor, no es como que quiera que esta gente muera». ¿Pero es esto suficiente? En las conversaciones con Destino se puede reflejar cómo el trabajo te está afectando, si no le das demasiada importancia o si por el contrario te replanteas todo el sistema y cómo se ha llegado a eso. Pero en el fondo da igual, ¿no? Porque con o sin tu complicidad, la rueda va a seguir girando.

Como persona que trabaja en oficina, especialmente gestionando personas, considero este juego un reflejo brillante de cómo la repetición y sobre todo, las largas cadenas de mando y las absurdas separaciones por departamentos acaban por crear esa sensación de que aunque tratemos con personas, son solo números. A veces se nos olvida que al otro lado de nuestra mesa o al otro lado del teléfono tenemos a una persona con su propia vida, preocupaciones, alegrías y tristezas. Nos perdemos en lo administrativo y perdemos la esencia del trabajo con personas: su humanidad.
Conclusiones
Aunque el juego tiene cierto tono de comedia, tras la fachada de Death and Taxes nos encontramos con una crítica seria al mundo de la administración, a esa eterna burocracia con cadenas de mando en las que quien termina por ejecutar una orden que puede afectar seriamente a la vida de una persona suele ser el de más bajo rango y que no comprende realmente las implicaciones de lo que está haciendo, pues no ha hecho más que su pequeñísima parte del trabajo. Esto es bastante reminiscente del régimen Nazi, por ejemplo, donde en un campo de concentración se dividían las tareas de tal forma de que nadie era el que acababa con la vida de los prisioneros de forma directa. Un soldado les acompañaba a las duchas, otro les indicaba que se quitasen la ropa, otro cerraba la puerta y así sucesivamente. Una auténtica fábrica de muerte pensada para quitarle la culpa individual a cada implicado pero que a su vez no podría funcionar sin cada parte de la maquinaria.
Estamos ante un juego sencillo, tanto en planteamiento como en ejecución y que aún así logra algo que muchos triple A no consiguen: hacernos reflexionar. Aderezado con un arte 2D divertido y muy adecuado con el tono de la obra y una banda sonora que no destaca por nada en especial pero que le va al título como un guante, Death and Taxes nos hace plantearnos si de verdad en el mundo existe un efecto mariposa donde el suceso más nimio puede terminar por crear una gigantesca bola de caos. Eso y hacernos filosofar sobre la realidad de nuestra brújula moral, que no es poca cosa.

Death and Taxes
Puntuación final - 8
8
Recomendado
Juego de planteamiento y gameplay sencillo, con un arte 2D divertido y una banda sonora inmersiva que logran hacernos reflexionar sobre nuestra brújula moral y la realidad del efecto mariposa.