Cuidar del negocio familiar puede ser una bendición o una maldición, ¿pero una sorpresa? Eso solo pasa en películas y libros. Cuisineer nos pone de bruces en esta tesitura, en el que una joven va a heredar temporalmente (o eso presupone) el restaurante que tanto tiempo han llevado sus padres.
El estudio desarrollador de Singapur BattleBrew Productions, se aventura con un título más ambicioso e igual de cuco que sus otros trabajos, dando una experiencia culinaria de acción. En cuanto a si alcanza lo que se propone, diría que sí es un juego entretenido con diseños encantadores, pero al que le falta algo más para sobresalir.
Otro indie de fusión de géneros
Cuisineer es una mezcla de rogue-lite con bastante mazmorreo y simulador de restaurante, basado en un mundo de fantasía en el que animales antropomórficos (sí, todos furros) están en la cima de la cadena alimenticia. La protagonista de esta historia es Lichi, una joven que dejó su pueblo natal Paell para hacerse aventurera y decide volver para despedirse de sus padres, que irán de viaje alrededor del mundo.
Sin embargo, sus congéneres le hacen la 13-14: Lichi deberá hacerse cargo del restaurante familiar, lo que implica no solo servir platos, sino también gestionar el local y, ¡sorpresa!, pagar deudas. De este modo, la aventurera-chef de Paell tendrá que poner a flote el local desde cero, porque otra cosa pero optimismo no le falta.
Cada día que pasa dentro del juego tendremos que tomar la decisión de qué hacer, sin muchas presiones porque la deuda es un poco como la hipoteca de Tom Nook, pagando a tu rollo, sin plazos. El ciclo de juego iría tal que así: Primero, viajar a mazmorras para derrotar enemigos y conseguir ingredientes y recursos. Después, con los ingredientes podemos abrir el negocio, servir platos y ganar dinero.
Por último, con ese dinero y los recursos, podremos mejorar el negocio comprando muebles, ampliando el espacio o incluso gastarlo en el propio equipamiento de Lichi, para que sea más fuerte y así aventurarse a niveles más difíciles, consiguiendo materiales mejores.
Si a la vez sumamos una ambientación alegre más diseños y animaciones súper monas, Cuisineer es un título la mar de majo al que puedes echarle una cantidad ingente de horas. Que la historia progrese será dependiente de dos cosas: la reputación del restaurante y, sobre todo, pagar la última deuda. Tenemos todo el tiempo del mundo, incluso para hacer las no pocas peticiones de nuestros vecinos de Paell a modo de misiones secundarias. Si las cumplimos, nos darán una receta para chuparse los dedos.
La vida de una autónoma de fantasía
Creo que todo el mundo estará de acuerdo en que un videojuego es más que la suma de sus partes, que la sensación general de todos los aspectos al unísono son lo que hacen excelente a una obra de entretenimiento. El loop de Cuisineer es sólido como una piedra, pero necesito separar durante un momento estas dos partes tan claramente diferenciadas para explicar por qué no terminan de convencerme. Podemos empezar por los combates.
Cada progreso en la misión principal nos desbloquea una nueva zona de un total de cuatro zonas, cada una con un bioma, enemigos y jefes intermedio y final propios. Por ejemplo, si buscas carne pálida necesitarás acabar con pollos, así que no vayas al Fiordo Helado, sino al Bosque Esmeralda.
Solo podemos acceder a un nivel cada día y llegar hasta el final no suele ser una opción viable, al menos al principio, y con cada nueva aventura la distribución de las salas cambia proceduralmente. De aquí que sea un rogue-lite, aunque mucho me temo que no hay tanta diferencia entre estos cambios de distribución, llegando al punto de aprenderme el spawn concreto de monstruos en ciertos puntos.
Explorar, pelear y recolectar
El combate es frenético y pide tanto reflejos como planificación en el espacio que tienes a disposición, aunque a nivel mecánico tire por combos simples. Hay zonas y jefes que son auténticos retos incluso yendo con un buen equipamiento. Tampoco hay una mala variedad de armas y la verdad, que Cuisineer base los daños no en los elementos conocidos, sino en sabores como golpes edulcorados, es un punto gracioso.
Llegar al final de una mazmorra no es el premio, al menos no tanto como salir de allí con vida. La muerte en un nivel significa perder aproximadamente el 90% del inventario y pasar al siguiente día con apenas nada de provecho. Aquí creo que Cuisineer ha clavado esta manejo del riesgo-recompensa.
Pasemos del mazmorreo a lo que sería el simulador de restaurante, la parte que hace a Cuisineer una aventura culinaria de verdad, y la que menos me ha convencido al tener un gameplay tan extenuante. Más allá de que hay diferentes tipos de clientes en función de lo rápido que comen y su paciencia hasta que toman asiento o esperan su plato, siempre hay la misma tónica.
Te mueves por la cocina, le das al plato que quieras preparar, miras la clientela, vas al mostrador para recibir el pago, y vuelta a empezar. Por supuesto, a medida que crezca nuestra reputación habrá más clientes, más dinero, pero también más estrés. O debería, pero no es nada fuera de lo común si dispones de suficientes mesas, asientos y utensilios de cocina, que no son difíciles de fabricar.
Las únicas cosas que debemos estar pendientes es del tiempo que tardamos en sacar un plato (se trata solo de seleccionarlo y el juego lo crea solo, no hay que hacer nada más) y más adelante de algún ocasional «simpa» o clientes más selectos, las partes del restaurante son tediosas y consumen demasiado tiempo para el relativamente poco ingreso económico. Bueno, también está que podemos abrir y cerrar nuestro local en cualquier momento del día, aunque los mejores son las horas puntas de comer y cenar, con más afluencia de clientes.

Sé que suena tonto, pero abrir el restaurante se vuelve algo tan rutinario que se me quitaban las ganas. Que es como en la vida misma, pero estamos en un videojuego. Creo que esta parte se hubiera beneficiado de más variedad de mecánicas o situaciones.
Por ejemplo, los clientes siempre vienen en una unidad, nunca vienen una pareja o familias que igual quieran sentarse juntos; o que también aparezcan personajes con nombre de Paell, porque hay vecinos con identidad que conocen a Lichi y podrían dejar un propina extra o un encargo fuera del menú, este tipo de cosas.
Conclusiones de Cuisineer
Haciendo balance, este juego es justo lo que esperaba, sin más, y eso está… ¿bien? Cuisineer no me ha decepcionado porque se ha mantenido dentro de mis expectativas, pero eso también significa que me dejó algo indiferente. Bueno, miento, que no tuviera una mejor variedad de mazmorras sí que me decepcionó un poco.
No todos los juegos necesitan un giro de guion o una mecánica sorpresa para funcionar, pero me ha faltado algo más que un ciclo de juego bien orquestado. La combinación de géneros encaja, pero se podría haber beneficiado mucho de algo de contenido extra, sea un componente narrativo más potente, que haya más diálogo entre los vecinos del pueblo, que sea un juego más de relax sin tanta acción o viceversa.
Cuisineer
Puntuación Final - 6
6
Interesante
Una aventura culinaria que mezcla acción dinámica, quizá algo simple, pero de sobra eficaz, con una gestión de restaurante demasiado repetitiva. En todo caso, es una experiencia agradable y sus diseños y ambientación son muy lindas.