Ugly, de Team Ugly, es uno de esos juegos de los que llevo oyendo hablar varios años. Fue el ganador de PlayStation Talents en 2020, pero eso no ha sido ni mucho menos su único logro desde entonces. En el mismo año, fue uno de los dos proyectos ganadores del Programa de Ayudas a la Innovación del Desarrollo de la Asociación Española de Videojuegos. Ya en 2021, fue el ganador a Mejor Juego en el Indie Games Málaga. Llegó a llamar incluso la atención de Shuhei Yoshida, hombre clave de PlayStation, quien le dedicó unas palabras al juego en un tweet.
Con semejante currículum, esta aventura de plataformas con puzles y una curiosa mecánica de espejo estaba llamada al éxito. Publicado finalmente en septiembre de 2023, he podido por fin descubrir el misterio detrás del noble atormentado por su pasado en oscuros escenarios creados con mucho mimo.
Ugly ya está disponible para PC, Xbox One, Xbox Series X|S y Nintendo Switch.
Mírate en el espejo
Comenzamos el juego como un noble bastante poco agraciado, despertando en un colchón de mala muerte y rodeado de botellas. No es precisamente el típico protagonista de videojuego: feo, alcoholizado, caído en desgracia. Acabamos de empezar y Ugly ya ha establecido el tono que tendrá la aventura en apenas unos segundos.
Enseguida encontramos un fragmento de cristal y al interactuar con él descubrimos que es un espejo que nos hace ver nuestro reflejo al otro lado. Esta es la mecánica principal del juego y que nos dará muchos quebraderos de cabeza. Su funcionamiento es simple, pero nos hará pensar a lo largo de los niveles. Se trata de colocar el cristal en un lugar de la pantalla, que hará que esta se divida en vertical (y más tarde también en horizontal).
Puedes intercambiar qué lado del espejo contiene el personaje real y cuál el reflejo. Es al personaje real a quién controlamos, moviéndose el reflejo en modo espejo, es decir, justo al revés (si uno va a la izquierda, el otro irá a la derecha). Esto nos ayuda a movernos por el juego y sus distintas salas, en las que deberemos pensar cómo alcanzar ciertos lugares a base de jugar con el movimiento en espejo.
En ocasiones, nos valdrá colocar el espejo en un lugar concreto de la pantalla y simplemente ir hasta un sitio, intercambiar nuestro personaje con el reflejo y ya está, pero más adelante habrá que hacer esto varias veces y de varias formas distintas.
En el caso de los niveles más complejos, existe una botella de la que podemos beber y que nos devolverá a la puerta de entrada de la sala para volvernos a colocar en la casilla de salida y repensar nuestra estrategia. Si bien al principio es bastante sencillo, el juego tiene una curva de dificultad que va de la mano con nuestro aprendizaje y que pone a prueba nuestro pensamiento lateral, ese que nos obliga a pensar de una forma creativa para solucionar los problemas de una forma novedosa que no se ajusta a lo lógico y esperable.
La forma de avanzar por el juego es ir llegando a nuevas salas que requerirán que obtengamos unas llaves que iremos consiguiendo en nuestra aventura. El orden no está establecido y podemos hacerlo como queramos. Los bosses son originales y terroríficos y nos obligarán a pensar más rápido de lo que venimos haciendo durante toda la partida. Aquí no tendremos todo el tiempo del mundo para pensar en cómo enfrentarnos a ellos, así que tendremos que ser hábiles si queremos superarlos a la primera.

El auténtico problema del trauma es la realidad
No quiero destriparos la historia de Ugly y por eso no entraré a hablar en ella en profundidad, pero estamos ante una crónica del trauma. Y es importante decir que, al contrario que en muchas enfermedades mentales, el problema con el trauma es que nace de la realidad. Son las experiencias que hemos vivido las que nos han impactado lo suficiente como para cambiar lo que somos.
Y una de las consecuencias más frecuentes es la amnesia y la disociación, que no es más que un mecanismo de defensa en el que nuestro cerebro trata de ayudarnos olvidando o distanciándonos de ese suceso tan terrible que hemos presenciado. Y como he contado antes, así comienza el juego, con nuestro triste noble embarcándose en un camino para recordar eso que parece haber olvidado.
Bessel van der Kolk, psiquiatra especializado en trauma, dice en su libro El cuerpo lleva la cuenta: Cerebro, mente y cuerpo en la superación del trauma:
Mientras guardes secretos y reprimas información, estás básicamente en guerra contigo mismo… El problema fundamental es permitirte conocer lo que sabes. Eso requiere una enorme cantidad de valentía.
Y esto es en esencia la narrativa de Ugly. Es un juego de plataformas, sí, pero con una historia potente y desgarradora. A lo largo de nuestra aventura iremos encontrando recuerdos que deberemos coleccionar para poder comprender el pasado del noble a quien controlamos. En ciertos lugares encontraremos dibujos de dos personas, que nos indican que deberemos usar el cristal para colocar ambos reflejos en esos lugares exactos y así poder iniciar el recuerdo.
Son escenas simples, con dibujos que bien podrían estar hechos por un niño. Sin necesidad de palabras, estas poderosas escenas nos irán hablando del pasado de nuestro personaje, sus vivencias y cómo ha llegado hasta donde está ahora.

La belleza está en el interior (o no)
En el apartado artístico, Ugly es soberbio. El juego cuenta con infinidad de salas que en ningún momento son repetitivas o siguen los clásicos patrones de corta y pega como ocurre en otros juegos. Hay elementos de adorno por doquier, resultando incluso un poco abrumador. Pero es este barroquismo el que da carácter al juego, lleno de elementos y objetos que incluso reaccionan a tu paso.
Recuerdo un pequeño tiovivo de juguete que comenzó a moverse cuando pasé a su lado y esto hizo que me parase varias veces para admirarlo. Podríamos argumentar que no aporta nada a nivel narrativo o a su gameplay, pero dice mucho del cariño con el que el mundo está diseñado, deteniéndose en los detalles más insignificantes para insuflar vida al espacio que recorreremos.
Me resulta curioso como un juego cuya ambientación es oscura puede ser tan brillante por momentos. Veremos un mundo destrozado, con objetos rotos o tirados por ahí. También cuadros y esculturas pintarrajeadas con rosa neón. Un color interesante, por cierto: desde la psicología del diseño gráfico, el color rosa puede significar amor, compasión y esperanza. Y ese toque neón, una llamada de atención, un extra de «mírame».
El gran olvidado de los videojuegos suele ser el aspecto sonoro, que por lo general pasa más desapercibido. En Ugly contamos con unas tristes y acertadas melodías que nos acompañarán en nuestra aventura ayudando a establecer el ambiente desesperanzador. Durante los encuentros con los bosses cambiarán por algo más frenético que nos pondrá de los nervios. Los efectos de sonido son discretos pero oportunos y se hacen especialmente notorios en los momentos en los que desbloqueamos recuerdos.

Mi opinión sobre Ugly
Los que jugamos a videojuegos tenemos géneros que nos gustan más o menos. En mi caso, los plataformas distan mucho de ser mis favoritos, pero son esa casa segura a la que volver cuando no estoy demasiado inspirada y necesito algo entretenido a lo que jugar. Ugly cumple con eso y va mucho más allá, porque no es el clásico plataformas con puzles.
Su espectacular mecánica en espejo no es solo divertida, sino que añade a los puzles un extra de complejidad muy bien medida. Más de una vez me he atascado en una sala, sin tener claro cómo tenía que hacer para lograr resolverla y lejos de sentirme frustrada tras varios intentos fallidos, solo quería volverlo a intentar hasta conseguirlo.
Y es que Ugly tiene un diseño de niveles tan bien medido que logra que las cosas siempre sean un reto pero que estén a tu alcance. Una progresión perfecta que se inicia con lo más básico y va tomando complejidad hasta el final, todo esto mantenido en el tiempo y sin que flojee en ningún momento, algo que debería ser la norma en cualquier juego pero, desgraciadamente, no lo es.
A nivel narrativo, Ugly es conmovedor. Como psicóloga, podría hablar mucho sobre su historia y probablemente lo haré en un futuro para no destripar la historia a quien no haya jugado aún, pero es un relato que se va revelando poco a poco y que logra revolver algo en nuestro interior.
El que más o el que menos puede sentirse identificado con la fealdad, en cualquiera de sus facetas. Y este es uno de los aciertos de Ugly: no se queda solo en lo feo relativo a lo físico. Lo feo tiene muchas facetas y en cuanto jugamos unos minutos nos daremos cuenta de ello.
Me suele pasar que incluso a los juegos más increíbles a los que juego siempre les saco algún inconveniente. A veces más pequeño, a veces más grande, pero no existe el juego perfecto igual que no existe el examen perfecto como dirían algunos profesores. Por primera vez me encuentro en la situación en la que no tengo nada que reprochar a un título.

Conclusiones
Estamos ante una joya indie marca España que me temo va a pasar desapercibida en un primer momento pero que espero ver en las listas de mejores juegos de este año. Y es que tiene potencial para convertirse en un referente no solo en nuestro país, ya que por su simplicidad y falta de diálogos es perfecto para traspasar fronteras.
Darle menos que una puntuación perfecta sería injusto porque no hay nada que considero que Ugly debería cambiar para convertirse en una mejor versión de sí mismo. Tiene un apartado artístico y sonoro cuidado, coherente y muy acertado con la narrativa, simple pero poderosa y que logra tocar fibra sensible. A su vez, la jugabilidad gracias a la mecánica en espejo es magnífica y tiene un diseño de niveles de los mejores que he visto.
Así que es con cierta sorpresa y una punzadita de orgullo patrio que mi primer diez como analista va para esta obra de Team Ugly. Porque Ugly, jugadores, es exactamente el por qué jugamos a videojuegos.

Ugly
Puntuación Final - 10
10
Obra maestra
Ugly tiene un apartado artístico y sonoro cuidado, coherente y muy acertado con la narrativa, simple pero poderosa. La jugabilidad gracias a la mecánica en espejo es magnífica y tiene un diseño de niveles espectacular. Una auténtica joya indie.