Nada más iniciar The Messenger nos introducen su historia a través de unas imágenes que parecen sacadas directamente de una NES. El mundo ha sido dominado por una invasión demoníaca y la poca gente que ha sobrevivido se refugia en una aldea entrenándose para la batalla y esperando la llegada del legendario Guerrero de Oeste. Parece un cliché andante y, no os equivoquéis, los chicos del estudio Sabotage inician de la manera más típica posible para romperte los esquemas tras 10 minutos de juego. Pero bueno, me estoy adelantando, empecemos desde el principio para ver qué nos ofrece de novedoso The Messenger.
El camino del ninja
The Messenger no disimula en ningún momento su intención de homenajear a clásicos de la época como Ninja Gaiden en su planteamiento. Controlamos a un joven ninja que se ve en la situación de tener que llevar un antiguo pergamino a lo alto de una montaña para salvar a su aldea y, aunque inexpertos, durante el viaje aprenderemos nuevas técnicas y habilidades. La primera de estas técnicas, y fundamental durante el resto de la aventura, será el Paso de la Nube. Esta habilidad nos permitirá reutilizar nuestro salto tras golpear con nuestra espada a enemigos o objetos del entorno, lo que nos permitirá encadenar saltos y salvar grandes distancias. El Paso de la Nube funcionará como un doble salto cuya exigencia al ejecutarlo aumentará según los peligros a nuestro alrededor. Con lo puesto emprendemos el camino y llegamos a una especie de puerta azul que nos servirá de punto de control, al entrar nos encontraremos con, sin ningún tipo de duda, el mejor personaje de todo el juego: El Tendero.
El humor juega una carta muy importante en The Messenger, más de lo que pueda parecer.
Me gustaría pararme un momento en este personaje ya que podría haber sido un mero intermediario entre nuestro ninja y el sistema de mejoras del juego, pero se han esforzado en darle un carisma y un rol bastante importante dentro de la historia. Aparte de permitirnos comprar mejoras de salud o habilidades como romper proyectiles enemigos con la espada, también nos dará objetos necesarios para progresar en el mundo. El primero serán las garras para poder sujetarnos y escalar paredes, pero también hay un traje volador como el de Far Cry o el gancho. Típico armamento ninja. Lo que hace a este personaje tan relevante son sus diálogos. Charlando con él romperá la cuarta pared a menudo, nos contará historias con dudosa moraleja, y en general se reirá de nuestro personaje con la complicidad de los jugadores. El humor juega una carta muy importante dentro de The Messenger, mucho más de lo que su solemne inicio nos puede hacer creer.
Regreso a los 16 bits
Las primeras horas de The Messenger se desarrollan como un juego de acción lateral de la época de los 8 bits en el que avanzamos por fases hasta llegar al jefe de la misma. Aquí se cubren todos los tipos de zonas que puedas pensar: hay un bosque, una zona de lava, una cueva, una zona de nieve…
Pero la cosa pega un giro cuando llegamos a la cima de la montaña y, siento decirlo, pero a partir de aquí debo entrar en spoilers menores ya que el juego evoluciona tanto argumental cómo mecánicamente, si no queréis saber absolutamente nada mejor que vayáis ya a por este título. La cuestión, al llegar a la cima de la montaña nos encontramos con la Torre del Tiempo. En esta torre nuestro héroe viaja en el tiempo tanto argumental como mecánicamente porque el juego pasa de los 8 a los 16 bits en todos sus aspectos.


Los escenarios, las animaciones y hasta la música sufre un viaje en el tiempo y nos hace volar desde la NES a la SNES en un abrir y cerrar de ojos. Tras este viaje nos quedan un par de niveles más antes de poder enfrentarnos al jefe final en el infierno, excepto que no es el jefe final. Al derrotarlo, The Messenger se reinventa por una segunda vez y pega un giro de 180º grados para convertirse en un metroidvania en el que podremos volver a zonas anteriores y descubrir nuevas rutas con zonas completamente nuevas gracias al poder de viajar en el tiempo por una grietas que cambiarán la época en la que se encuentra esa zona en concreto, revelando caminos que antes no estaban.
Además de esta habilidad temporal, en la tienda nos esperan nuevas habilidades para comprar y nuevas líneas de dialogo con el Tendero. Al ser un juego diseñado en una primera instancia como un juego de acción lateral, en ocasiones el backtracking tan característico del género metroidvania se hace muy repetitivo y tedioso, sensación que aumenta por el hecho de que los enemigos reaparecen instantáneamente en cuanto la cámara avanza lo suficiente para dejar atrás su punto de aparición. Durante la primera mitad del juego no parece demasiado molesto, pero que ni siquiera haya que cambiar de pantalla para que los enemigos reaparezcan en la vertiente metroidvania puede resultar muy frustrante.
Guapifeo al rescate
A pesar de ser un homenaje al ya citado Ninja Gaiden, su dificultad no llega a cotas muy elevadas gracias a los puntos de guardado y a la existencia de Guapifeo. Este ser con tan curioso nombre será un demonio que aparecerá cuando muramos para salvarnos de la muerte pero, claro está, no será gratis. Guapifeo nos seguirá durante nuestra siguiente vida hasta que cobre lo suficiente de los cristales temporales (moneda del juego) que recojamos. Cabe destacar también sus mensajes durante las pantallas de carga al morir, burlándose de nuestra nula habilidad en el juego o llevando la cuenta de muertes y cristales que ha recolectado. Un cabroncete de lo más entrañable.
La cantidad de detalles puestos en la mecánica de viajes en el tiempo es abrumadora. Ya no solo por el cambio de jugabilidad, si no por el cambio estético que se produce en el título en tiempo real sobre los modelos de los enemigos, nuestro personaje, nuestro entorno y la música. Esta música es digna de admiración, no solo por contar con dos versiones de cada tema, si no también por la creación de temas de lo más pegadizos. Mi favorito personal es Harness the Winds en sus dos versiones, tema que suena durante la Gruta Aullante.
Cabe mencionar también el coleccionable del juego, unas medallas repartidas por todo el mundo en zonas ocultas que, al conseguirlas todas, nos permitirán abrir un misterioso cofre dentro de la tienda que nos proporcionará una poderoso habilidad, o al menos eso lo que el Tendero dice.
Pensamientos finales
The Messenger tiene una cualidad que pocos juegos llegan a tener y es la capacidad de sorprenderte cada poco tiempo. La primera vez es gracias a su humor, la segunda a su cambio de estética y la tercera será gracias a su cambio de género. Para un juego que os durará seguramente más de 10 horas es un número nada desdeñable. Para todos aquellos nostálgicos de las épocas de 8 y 16 bits, The Messenger hará las delicias por sí solo, y para todo el resto su humor y constante reinvención harán lo mismo. A pesar de que durante su segunda mitad pierda fuelle y se le noten las costuras, el conjunto es una experiencia exigente y desternillante a partes iguales. Habrá que seguirle la pista al estudio canadiense de Sabotage a partir de ahora.
The Messenger
Puntuación Final - 8
8
Recomendado
The Messenger apuesta por sorprendernos con su humor y sus viajes en el tiempo con sabor clásico de 8 y 16 bits.